León xiv, un papa misionero | ideal

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Contra todo pronóstico, el Cónclave eligió Papa al cardenal Prevost Martínez. Aunque nacido en Chicago, procede de emigrantes franceses e italianos, su padre; y españoles, ... su madre.


Perteneciente al próspero norte (EEUU), abrazó el sur (Perú), donde están las privaciones. Tiene una sólida formación intelectual: matemático, filósofo, doctor en Derecho Canónico, y


teólogo. Además, habla inglés, español, francés, italiano, portugués y alemán. Ha sido sacerdote en los barrios de la periferia de un país pobre; prior de un convento de agustinos, a cuya


orden pertenece; director de un seminario; juez de un tribunal eclesiástico; general mundial de su orden; obispo de Chiclayo; y, en Roma, responsable del Dicasterio para la elección de los


obispos. Pertenece a dos culturas: la anglosajona y la latina, y es un hombre sencillo y humilde, próximo, prudente, comprometido, sereno y firme; y, por su origen y trayectoria, siempre


estuvo junto a los descartados. Tiene claro, como Francisco, que quiere estar cerca de los pobres y de los que sufren. Por eso, su nombre es un homenaje a León XIII, el primer Papa que, en


plena Revolución Industrial, intentó remediar el sufrimiento de los obreros publicando la encíclica 'Rerum Novarum'. Es enemigo de la Teología de la Prosperidad, de gran auge en


EEUU, que legitima el éxito y la obtención de la riqueza como una bendición divina. Él defiende, como Francisco, la justicia social, a los inmigrantes, la eliminación de la pena de muerte,


la reparación y el acompañamiento a las víctimas de abusos dentro de la Iglesia, y la lucha contra el cambio climático. Defiende ardientemente la paz –«una paz desarmada y desarmante»–, y


está en contra de la guerra. No obstante, tiene una serie de retos: el papel de la mujer; la actitud beligerante de los tradicionalistas; la democratización iniciada por Francisco; la guerra


de Ucrania, y el exterminio de Gaza; las cuentas vaticanas… El nuevo Papa es la respuesta del Vaticano a los populismos existentes dentro y fuera de la Iglesia, y a la extrema derecha que


pretende dominar el mundo, incluidos los valores del Evangelio. Si en 1978 se eligió a un Papa polaco, en plena Guerra Fría, aliado con el poder americano frente a Rusia, –él fue el


auténtico líder de oposición a Moscú–; hoy León XIV es la antítesis ideológica de Trump y lo que éste representa. Como dice Faggioli, qué hará ahora Trump, ante un Papa tan distinto a él,


pero estadounidense y de gran prestigio moral, cuando el mandatario alardea de que «el catolicismo es suyo». El nuevo pontífice está llamado a evangelizar a su propio pueblo, que no ha


entendido los fundamentos del Evangelio, y que, siguiendo a San Agustín, con su doctrina del 'ordo amoris', pretende justificar el rechazo al inmigrante. Este nuevo Papa es la


expresión rotunda del Cónclave de que el catolicismo no es racismo, ni nacionalismo, ni discriminación, ni violencia, sino amor, paz y misericordia. Ahora bien, siendo Prevost un hombre


conciliador, llegará curando heridas dentro y fuera de la Iglesia, con ánimo de diálogo y entendimiento. Aunque, como muy bien ha dicho él, es «un verdadero desafío lograr la unidad –no la


uniformidad– dentro de la diversidad, cuando la polarización se ha convertido en el modus operandi de esta sociedad, que va de un extremo a otro».