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Martes, 29 de abril 2025, 01:35 Comenta Compartir Las luciérnagas revolotearon por el centro de Granada antes del arranque del verano. El apagón eléctrico dejó la capital completamente a
oscuras en la noche del lunes, con un sinfín de linternas encendidas por las calles simulando el peculiar vuelo nocturno de este insecto. La vida se limitó a un par de bares con servicio de
cenas entre un mar de velas, así como alguna tienda de alimentación sirviendo bebidas y chucherías a granadinos y foráneos, que arrastraban maletas en busca de un catre donde pasar la noche.
Por Gran Vía, más allá de las luces de los vehículos en danza constante, el 'hall' del hotel Palacio de Santa Paula alumbraba gran parte del entorno. «Es solo aquí, las
habitaciones están a oscuras», reveló un trabajador a IDEAL mientras facilitaba velas a un huésped parco en palabras -al menos en castellano-. «Estamos funcionando con un sistema
electrógeno. Si no, ni estaríamos aquí», añadió. Cualquier extra de iluminación se encontraba en el interior de los bloques de pisos, así como en los coches patrulla que ordenaban el tráfico
por Reyes Católicos. Ante tal situación, el comercio del centro echó el cierre hasta el día siguiente, confiado en recuperar la normalidad a primera hora del martes. Tan solo algún
'minimarket' aprovechaba para hacer caja por los entresijos de Zacatín, dejando a Bibrambla en absoluto silencio, pero sin procesión mediante. En la Plaza de la Pescadería, dos
restaurantes llevaron a cabo el servicio de cenas tras una visita por la ferretería. «Hemos comprado lámparas de gas y velas para que los comensales al menos se vean en la mesa, pero estamos
desbordados. Estamos renunciando a muchos clientes y hemos hecho un cuarto de nuestra recaudación habitual», confesó Manolo Miranda, propietario del Pimienta Rosa. Al lado, el Taberna
Catedral reunía a sus fieles en torno a mesitas altas en la calle. «Nos tocaba descansar, pero hemos abierto para dar de comer a los trabajadores de la zona. No pueden cocinar en sus casas,
así que estamos ayudándolos como podemos», explicó Diego Larios, el encargado, en la penumbra. Una acción loable para remar contra la adversidad en mitad del apagón, que convirtió a todos
los gatos en pardos de más por una noche. Comenta Reporta un error