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Domingo, 25 de mayo 2025, 07:18 | Actualizado 09:51h. Comenta Compartir La primavera ha explotado tras las lluvias en El Sabinar, salpicando el silencioso paisaje de amapolas rojas. La
quietud la rompe a las once y media en punto la algarabía feliz del recreo del colegio rural, vocerío que suena a pura vida y futuro en un Noroeste en despoblación. El colegio es el alma de
la pedanía moratallera: son las aulas donde los 40 niños de los parajes diseminados de la zona aprenden con los mismos recursos y medios que los escolares del pleno centro de Murcia, y es
también el club de lectura de sus padres, la biblioteca abierta por las tardes para todos los vecinos, la pista de senderismo de los paseos saludables de sus abuelas, la fiesta de carnaval,
la función de Navidad, la vida. Sin escuela, no hay pueblo, y los poco más de 200 habitantes de la pedanía y los maestros, que lo saben, pelean por mantenerla en auge. En plena despoblación
rural y con la caída de la natalidad dejándose sentir ya en los centros educativos, los ocho colegios rurales agrupados de la Región han logrado mantener, incluso repuntar en algunas zonas,
su matrícula en los últimos años. El aporte de los jornaleros del campo en zonas como las pedanías altas de Lorca y el campo de Cartagena; el asentamiento de nómadas digitales europeos que
buscan una vida tranquila enraizada a la naturaleza estimulados por la posibilidad de teletrabajar; y el atractivo de las pedagogías activas y el aprendizaje individualizado que ofrecen las
escuelas, se han conjurado para preservar la matrícula en cifras optimistas, al contrario de lo que ocurre en la mayoría de comunidades. Las tres realidades las recoge entre su alumnado el
CRA Comarca Oriental, con sedes en Macisvenda, Mahoya y Barinas y 134 escolares, diez más que el curso pasado. En Macisvenda, cruce de caminos hacia Algueña, El Cantón, Hondón de los Frailes
y Hondón de las Nieves, asisten desde el final de la pandemia a la llegada de nuevas familias neorrurales que teletrabajan por la zona. «Tenemos alumnos tailandeses, belgas, de Países
Bajos... que conviven con los escolares de la zona», explica el director del centro, Antonio Villaescusa, uno de los 220 maestros murcianos de escuelas rurales que hacen de la educación el
impulsor de la igualdad de oportunidades. La sede de Barinas acoge otro segmento poblacional: casi un 40% de los alumnos son de origen marroquí; sus padres trabajan en el campo, y los
precios de la vivienda en Abanilla y Fortuna les han empujado hacia entornos más rurales y asequibles. «Esta misma semana nos entraron alumnos de Marruecos, y su padre vino al colegio con
cajas de fruta para presentarse». En Mahoya, la tercera sede, el alumnado sigue siendo de forma mayoritaria autóctono de la zona. Unos y otros, defiende el director del centro, acaban la
escuela con un nivel académico por encima de la media, después de haber participado en programas bilingües y de innovación educativa. La matrícula total se mantiene prácticamente igual que
hace dos cursos, en 1.240 escolares repartidos por los ochos colegios rurales y las escuelas unitarias anexadas que salpican parajes dispersos de las comarcas de interior de la Región. El
cupo de alumnos sí ha descendido si la referencia se sitúa hace una década, cuando sumaba cien escolares más y funcionaba otro colegio, el de Casas de Aledo, que tuvo que cerrar y reubicar a
los alumnos por falta de escolares. Las perspectivas de futuro parecen positivas –este año ha aumentado la matrícula en el curso de 3 años, el primero–, aunque no son homogéneas en todos
los centros. Las escuelas del Noroeste, más afectadas por la despoblación, padecen para completar las aulas cada curso, mientras que las comarcas que ofrecen empleo en el campo, como el
Guadalentín, el Campo de Cartagena y la comarca Oriental, no solo se mantienen, sino que incluso crecen en alumnado. Los cierres, además de suponer un apagón para el pueblo, tienen
consecuencias para los escolares. Pueden reubicarse en otros centros, pero los docentes son conscientes de que los desplazamientos largos y diarios acarrean un desgaste en la voluntad y el
ánimo de los chavales por seguir estudiando. La diversidad y la metodología inclusiva definen el proyecto educativo del colegio de El Sabinar, donde los once maestros del centro encajan las
aulas multinivel propias de los rurales como una oportunidad para desplegar pedagogías activas. La heterogeneidad, más que un problema, se les plantea como la oportunidad para impartir una
enseñanza innovadora y activa. Los niños de diferentes edades y niveles estudian agrupados en una misma aula, un trabajo en espiral y cooperativo con ventajas: los pequeños anticipan
contenidos, y los mayores los refuerzan tutelando a los chicos. La pequeña del aula de Infantil, Jimena, tiene 3 años, y su maestra, Yolanda Rodríguez, trabaja con ella solo las vocales. «De
escuchar a sus compañeros en clase, maneja ya las consonantes; aprenden unos de los otros», argumenta. Carlota, la mayor del colegio, irá el próximo curso al instituto de Archivel. La
echarán de menos sus compañeros pequeños, a los que abraza y coge en brazos a cada rato durante el recreo. La educación que ha recibido mantiene al 100% sus expectativas de futuro, que pasan
por la Universidad de Murcia: «Me gustan muchas cosas; Veterinaria, Enfermería, maestra y psicóloga», enumera entre la inquietud y la ilusión por el abrupto cambio que le espera el próximo
curso en el instituto de Archivel. Para amortiguarlo, desde el colegio organizan visitas y jornadas de convivencia que permiten que conozca a sus futuros compañeros. La llegada de nuevos
estudiantes es siempre bien recibida. También en el CRA de El Sabinar han integrado este curso a tres alumnos procedentes de Londres, que se han trasladado con sus padres, teletrabajadores,
al Campo de San Juan. La conexión con el territorio de extensos sabinares adehesados donde se ubica el CRA de El Sabinar es intensa. También con los vecinos, actores en la educación de los
niños. «Las familias están muy implicadas en el día a día del colegio. Dos recreos a la semana vienen los abuelos a hacer rutas saludables con sus nietos; por las tardes tenemos clubes de
lectura; los niños salen continuamente por el pueblo a hacer tareas, como calcular la geometría de las casas o hacer compras simuladas en el supermercado para aprender porcentajes»,
ejemplifica Flora Pérez, maestra del centro desde hace doce años. Un tiempo que ha reforzado su vocación por la escuela rural. «El auténtico lujo son las clases con pocos alumnos, la
atención personalizada, y los valores que el contexto y el entorno aportan», dice convencida. Colegio, médico y autobús son la tripleta básica para frenar la despoblación, resume Asunción
Prats, catedrática en Economía Aplicada de la Universidad de Murcia y autora de una investigación sobre las medidas que deben aplicarse para ralentizar el fenómeno de la Región vaciada: «El
apoyo de las administraciones públicas en la garantía de esos servicios es básicos. Con los colegios rurales, que se convierten además en el corazón cultural y social de los pueblos, más
aún». Sola o con otras compañeras, Flora conduce a diario por los treinta kilómetros, con nieve en invierno, de la enmarañada carretera que conecta El Sabinar con Moratalla. Los trayectos
largos en coche van con el puesto para los maestros de los centros rurales, especialmente para los especialistas de Música, Educación Física, Inglés y Religión, que además de atender a los
alumnos del CRA, tienen que desplazarse a diario hasta las escuelas unitarias –pequeñas aulas dispersas por los parajes menos accesibles con apenas media docena de alumnos– que dependen de
los centros de cabecera. José Rodríguez, director del CRA de Zarzilla de Ramos, que agrupa las sedes de Avilés, El Consejero, Coy, La Parroquia y Zarzadilla de Totana de las pedanías altas
de Lorca, domina los caminos entre todos los parajes que componen su escuela, de más de cincuenta kilómetros para algunas combinaciones. Con 244 alumnos, es uno de los CRA más grande de la
Región. El maestro lleva quince años de trabajo en la escuela con un objetivo definido: que sus alumnos tengan las mismas oportunidades y recursos para aprender que los escolares de
cualquier colegio de élite del centro de Madrid. El empeño de los directores de los rurales por preservar todos los programas y servicios es clave para la supervivencia de las escuelas. En
El Sabinar mantienen el comedor escolar a costa de aportar parte del precio del menú desde la asociación de padres. La ubicación del centro y el limitado número de comensales hace que no sea
precisamente el servicio más rentable para las empresas de 'catering', pero es un servicio fundamental para el colegio. Como el aula de 2 años que aspiran a conseguir, con el
argumento de que el único niño de El Sabinar de esa edad tiene el mismo derecho que cualquier murciano. «Y tienen razón», admite el director general de Atención a la Diversidad de la
Consejería de Educación, Pedro Mondéjar, quien estudia fórmulas para hacerlo viable. La Consejería, coinciden los directores, ha mostrado en los últimos años especial sensibilidad a sus
necesidades. «Creemos en la escuela rural. El trabajo que realizan es muy valioso, con atención personalizada al alumno, multinivel. Son una verdadera comunidad de aprendizaje», defiende
Mondéjar, satisfecho por el repunte de alumnado en el primer curso de Infantil, que garantiza la reposición de escolares para el curso próximo. La estabilidad del profesorado, que facilita
la posibilidad de que el director reclame interinos concretos, con los que ya ha trabajado y que se han adaptado al sistema, es una de las mejoras destacadas por Juan José García Sánchez,
director del que fue su colegio de niño, El Sabinar. Sus dos hijos estudian también en el centro, en el que además de dirigir, impartir clase e impulsar todos los programas que redunden en
beneficio de sus alumnos (bilingüe, robótica, escuela saludable...), hace las tareas de conserje, electricista, carpintero... «y lo que haga falta. Creo en esta escuela, veo los progresos de
nuestros alumnos, y hay que apostar por ellos». Comenta Reporta un error Límite de sesiones alcanzadas El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te
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