¡Una de huevos! | Ideal

feature-image

Play all audios:

Loading...

Hay noticias de risa. Eso me pasó poco antes de las pasadas vacaciones de Pascua florida. Leí que en EE UU, el país del pollo ... frito, la hamburguesa doble y tres huevos fritos con beicon


de desayuno, escasea ahora este manjar. Que se han puesto a millón. Lógicamente a más demanda, aquí les subieron el precio. Sobre esto, yo no entro ni salgo, pero ojo al dato para los


gobernantes. Es que también los españoles somos mucho 'de huevos'. Que no se olviden nuestros políticos de que alguna de las grandes revoluciones que cambiaron la historia fue


porque a los sufridos súbditos les tocaron…. el bolsillo, subiendo el precio de algo sagrado. Y sagrados son los huevos. ¿Acaso no recuerdan el motín del té de 1773 en Boston contra los


ingleses, que fue el arranque de la guerra de independencia de los EE UU? Entonces los ingleses, siempre tan tacaños, quisieron subir el impuesto al té, único lujo que tenían aquellos


compatriotas desheredados que emigraron a las colonias buscando algo que comer. Para ellos el té era sagrado y su nexo con la patria nativa. Pero la madre patria, casi siempre madrastra, vio


una ocasión de recaudar impuestos y les puso el té más caro; por eso de los aranceles que le encantan el Trump, ese presidente que han elegido 'al peso'. y les va a pesar en el


bolsillo; ése que se pasea por los jardines con un crío vestido de presidente enano, hijo de su mano derecha, al que le bautizaron como si fuera de la guerra de las galaxias: 'X'


se llama la criatura. Bueno a lo que iba, que aquellos ricos ingleses de la isla subieron aranceles a los pobres de las colonias y así mataron la gallina de los huevos de oro; porque los


desheredados cabreados, tiraron tres cargamentos de té al mar (habría que ver el colocón de aquellos peces) y le dijeron a los hermanastros ricachones ahí te quedas con el té de las 5,


porque desde ahora nosotros nos pasamos al café aguado a todas horas, y como propina vamos a independizarnos; con Constitución y todo, no como vosotros que ni os habéis molestado en hacer


una, con tanto Imperio y tanta pamplina. Y hasta hoy. Todo por unas tazas de té, agua con color. Nada que ver con un par de huevos fritos que alegran la vida. Que digo yo, que los americanos


de hoy podrían montarse otro motín, el del huevo, y de paso echar a Trump. Ensayados están porque no hace mucho asaltaron el capitolio disfrazados de indios. Eso de quitar a Trump se lo


agradeceríamos en Jaén, para vender más aceitunas sin tanto arancel, y todos los españoles, porque seguro que así bajarían los huevos. La idea ahí queda. Es que el huevo tiene mucha


historia. Así Colón demostró que la tierra era redonda y puso un huevo de pie, dicen. Y así se frenaron revueltas populares. Porque hay que ver ese cuadro de Velázquez de una vieja friendo


huevos en una calle de Madrid, que era algo así como esos puestos ambulantes de boniatos y papas asadas, churros y castañas que todavía se ven por las calles, para darse cuenta de que el


huevo era comida barata. Eso paró más de un follón. Es que si a Esquilache se le ocurre subir el precio de los huevos en Madrid en vez de cortar las capas, ese no sale de Madrid con cabeza.


Creo que no prohibir los puestos de huevos fritos le salvo el pellejo a este ministro italiano tan reformista. Sin olvidar la que se habría liado si ponen caros los huevos en las colonias


que fundó Pablo de Olavide en Sierra Morena y Andalucía, pobladas con alemanes, porque su fiesta principal, en Pascua de Resurrección, consistía en pintar huevos; así siguen, y luego hacer


con ellos en el campo una gran fiesta de primavera comiendo pipirranas. Por cierto, la gente no se entera todavía si fue primero el huevo o la gallina, pero seguro que fue el huevo, porque


muchos artistas representaron huevos, que significan vida, renacer. Como el divino Dalí. Claro que, para comer huevos hay que tener gallinas. Y a eso iba al principio, ahora que ya se me


acaba el papel. Resumo. Es que resulta que un político listillo para justificar su sueldo va diciendo por ahí que a las gallinas hay que aplicarles leyes nuevas. Y ha pensado controlar los


huertecillos con gallinas de los pocos mayores que viven todavía en la España vaciada. Les sirven para entretenerse y no ir a la tienda del pueblo (la verdad es que ya no quedan tiendas). Es


que con cuatro huevos, pan y unas berzas, iban tirando en la cena. Por eso los hortelanos están molestos, y las gallinas también. Es que ahora hay que mirar en laboratorios si el huevo que


acaba de poner la gallina vale o no. Yo, que me harté de reír al principio, ahora estoy preocupada; porque no es tan difícil encontrar un político tonto que, por huevos, nos meta en un lío.


Sería una pena adelantar elecciones, por los huevos. Qué avisen en Moncloa del motín de Boston, y a las gallinas, porque cuando un hortelano cierra el corral, antes se las va a jalar.