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Corría el 23 de marzo de 2014 cuando el Granada femenino peleaba con uñas y dientes por mantenerse en la Primera división del fútbol español. ... Visitaba la Ciudad Deportiva de Paterna para
enfrentarse a uno de los equipos fuertes de aquella temporada: el Valencia, entrenado por aquel entonces por Cristian Toro, casualidades de la vida, el mismo responsable técnico del
Valencia de esta temporada. Aquel Granada agonizante se adelantó en el marcador y defendió su ventaja con un corazón inmenso… aunque en una sucesión de esos infortunios que suelen aliarse
con los más necesitados, en un partido que el colegiado alargaba más de 10 minutos y en el que una joven Gio era alineada –algo que el Granada protestó por considerar que se producía una
alineación indebida–, las nazaríes terminaron perdiendo por 2 a 1. En ese entonces faltaron herramientas para defender 'aquella injusticia', y también voluntades. Finalmente, y
tras un esfuerzo titánico, el Granada no solo terminó perdiendo ese partido sino que, además, lamentablemente un mes después, el 20 de abril certificó su descenso en casa del Oviedo Moderno
al que le habían ganado el ascenso. Traer hoy a la memoria aquella afrenta tiene sentido por la nueva coincidencia con Cristian Toro, el que ha vivido en Granada una situación similar pero
sin alineaciones 'poco debidas' y sin alargues injustificados del tiempo reglamentario. El Valencia agoniza en Liga F y se dejó en la Ciudad Deportiva rojiblanca sus últimas
opciones de permanencia pese a comenzar ganando y haber gozado de más ocasiones (20 tiros a puerta frente a 12). Pero es que este Granada no tiene nada que ver con aquel, aunque Lauri o
Andrea vivieran en primera persona aquel drama en Paterna y en algún momento revivieran imágenes de aquello. De certificar el descenso a dejar casi apuntalado su quinto puesto. Han pasado 11
largos años de trabajo, lucha, reivindicación, resiliencia y sobre todo de nunca dejar de creer que llegaría este momento. Son muchas las afrentas sufridas en esta década, y a las que
afortunadamente la justicia futbolera está resarciendo esta temporada. Las jugadoras, el equipo, el club y una afición merecían vivirlo. Merecían una temporada llena de triunfos y que ha
multiplicado por infinito el orgullo que sienten por su Femenino. Recordar aquella historia no es rencoroso, sino que pone en valor el trabajo silencioso realizado por las mujeres y hombres
del Granada femenino. Porque analizando todo lo vivido, solo han necesitado una década para estar en lo más alto del fútbol femenino patrio. Hay clubes que llevan años y años y no lo han
conseguido. Solo queda darles la enhorabuena y soñar que esta temporada no termine nunca.