Loreto mendoza, médico de familia en urgencias: «me fui a urgencias para evitar 50 pacientes al día y tanto papeleo» | ideal

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A sus 32 años, la granadina Loreto Mendoza ha descartado «para siempre» el que algún día fue su sueño: ser médico de familia en atención ... primaria. Cuando hizo el MIR, en 2017/2018,


escogió esta especialidad porque le encantaba el trato con la gente y quería «ayudar a los más necesitados». La residencia la hizo en el centro de salud de El Valle, en el Polígono en Jaén.


«NUNCA ATENDÍA SOLO A 35 PACIENTES; LA GENTE VENÍA REBOTADA Y LO PAGABA CON NOSOTROS» Empezó la formación con la idea de trabajar en atención primaria «para estar cerca de las personas». A


día de hoy, es consciente de que «todo depende mucho de dónde trabajes». Cuando aterrizó en un centro de salud de un barrio humilde de Córdoba cambió su perspectiva. «Nunca atendía solo a 35


pacientes; la gente venía rebotada y lo pagaba con nosotros, y tenía que hacer mucho trabajo administrativo. Además, había muchísimas bajas sin cubrir. No dábamos abasto», comparte la


joven. MÁS INFORMACIÓN Recuerda cuando «se paraba la agenda» y los pacientes aparecían «molestos». «No eran cosas graves, todo hay que decirlo, pero se vivía mucha tensión y yo no podía más.


Estuve un año y me fui a Urgencias para evitar 50 pacientes al día y tanto papeleo», admite. «Estabilidad no hay en ninguno de los dos sitios, porque eso depende del SAS, estés donde estés


en Andalucía», apunta esta facultativa, pero al menos ahora puede decir que se siente «bien». Y eso que el hospital «cansa» y «la gente no hace buen uso del mismo». Hay quien va a las cinco


de la mañana por un resfriado cuando a esa hora «esperas un infarto, un ictus o un accidente». «ESTUVE UN TIEMPO EN QUÉNTAR Y TOCÓN Y ALLÍ FUI FELIZ; PODER EJERCER EN UNA CIUDAD COMO EN UN


PUEBLO SERÍA LO IDEAL» No obstante, como especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, la doctora Mendoza ha comprobado que «no es lo mismo una ciudad que un pueblo». «Estuve un tiempo en


Quéntar y Tocón, en Granada, y allí fui feliz. Volví a tener vocación de médico. Daban un aviso y te acompañaban todos los vecinos. Siempre estaban pendientes. Eso fue precioso, pero quedan


pocos sitios así», lamenta. Para ella, «poder ejercer en una ciudad como en un pueblo sería lo ideal». CONDICIONES «Cuando se sabe que en un sitio se trabaja bien, la gente se da tortas.


Solo hay que estar dispuesto a coger el coche y recorrer pueblitos. Yo, desde luego, lo prefiero», opina. En la ciudad, sin embargo, «si pides cita, te dan a los 15 días y eso quema, es


comprensible, pero lo pagan con el médico». «Si tuviéramos más tiempo por paciente, si no tuviéramos que hacer tanto papeleo, a lo mejor en una ciudad no tendríamos tanta carga asistencial y


podríamos hacer mejor las cosas. A lo mejor, ser médico de familia sería más bonito». Mientras esto no cambie, Urgencias seguirá siendo «la opción».