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El gancho para engañar a los incautos era un tal 'Andrés el viejo', supuesto directivo de una gran superficie dedicada a la venta de electrodomésticos. ... El presunto ejecutivo
suministraba teléfonos móviles o robots de cocina a los tres procesados y estos los ofrecían a precio de saldo a sus amigos y conocidos. Gracias a la intervención de 'Andrés el
viejo', decían, todo era legal. Un negocio aparentemente redondo. Nadie perdía. Lo malo es que era mentira. Humo. Un cuento. 'Andrés el viejo' no existía y, por ende, tampoco
sus gangas. Pero los malhechores consiguieron que las víctimas les adelantasen 58.000 euros por unos productos que nunca recibieron. Les vendieron nada, una nada barata, pero nada a fin de
cuentas. Sucedió a lo largo del año 2014 en la Costa de Granada y la cifra de perjudicados ascendió a veinte. La Audiencia Provincial de Granada ha condenado a los tres acusados, dos hombres
y una mujer, a penas de seis meses de cárcel y a devolver a sus 'clientes' el dinero que obtuvieron con el engaño. ADMITIERON SU CULPABILIDAD No fue necesario celebrar la vista
oral del juicio. Los investigados reconocieron ser los autores del timo de 'Andrés el viejo' y hubo una sentencia de conformidad, es decir, un acuerdo entre las partes en litigio
que ahorra los interrogatorios de los imputados y de los testigos. En este sentido, los encausados admitieron haber cometido un delito continuado de estafa. A cambio de declararse culpables,
se beneficiaron de una sustancia rebaja en la petición de prisión que había formulado inicialmente la fiscalía:cinco años de presidio para cada uno de los procesados, un castigo que
finalmente ha quedado reducido a seis meses de encierro. CATORCE ORDENADORES A uno de los damnificados le vendieron catorce ordenadores, varios móviles y un robot de cocina por un precio
total de 7.150 euros. Sin embargo, los ahora condenados solo cobraban la mitad de la cantidad pactada (4.372 en este caso) y daban una cuenta bancaria cuyo titular era uno de ellos (aunque
también admitían pagos en metálico). La segunda parte se abonaría cuando el material llegase al domicilio del comprador, algo que nunca ocurría. Y el dinero volaba. El 'modus
operandi' consistía en ofertar «productos de electrónica a amigos y conocidos con un precio inferior al de mercado, manifestándoles a los compradores que eran (...) originales, con
garantía y factura», y que no procedían de una actividad ilegal. Lo garantizaba 'Andrés el viejo'.