La estrategia de trump para la paz en ucrania estaba destinada al fracaso desde el principio

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A principios del siglo XIX, uno de los padres fundadores de los estudios modernos sobre la guerra, el general y historiador militar alemán CARL VON CLAUSEWITZ, comentó lo siguiente sobre las


guerras napoleónicas: "El conquistador siempre es amante de la paz; preferiría entrar en nuestro Estado con calma". Esta observación sigue siendo válida para la mayoría de las


agresiones militares. Sin embargo, la idea básica de Clausewitz fue ignorada por la mayoría de los europeos en su interpretación del comportamiento de Moscú tras el inicio de la guerra entre


Rusia y Ucrania en 2014. Gran parte de la diplomacia y los comentarios europeos hasta 2022 se basaron en la suposición de que la insistencia pública del Kremlin en la naturaleza pacífica de


sus intenciones hacia Kiev implicaba que se podía y se debía negociar y moderar los objetivos y el comportamiento de Rusia en Ucrania. ESTA SUPOSICIÓN ERRÓNEA IGNORABA QUE PUTIN SIMPLEMENTE


PREFERÍA LA RÁPIDA Y FÁCIL RENDICIÓN DE UCRANIA frente a Rusia a una campaña militar incierta contra Kiev. Cuando, hace once años, Rusia anexionó Crimea e invadió clandestinamente el este


de Ucrania, la guerra como tal no reportaba ningún beneficio a Putin y su entorno. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desembarca del Air Force One a su llegada a la Base Andrews.


Nathan Howard Reuters En cambio, el método preferido era una subversión híbrida de Ucrania por parte de agentes rusos y fuerzas menores, en lugar de una ocupación violenta de la mayor parte


del territorio ucraniano por decenas de miles de soldados rusos regulares. Sin embargo, durante los últimos tres años, el papel de la invasión militar de Ucrania por parte de Rusia, ahora a


gran escala, para el régimen de Putin, así como la comprensión europea de las motivaciones y el comportamiento de Moscú, han cambiado. Por un lado, LA GUERRA EN SÍ MISMA HA ADQUIRIDO UNA


FUNCIÓN ESTABILIZADORA PARA EL SISTEMA POLÍTICO RUSO, que se basa en una ideología cada vez más extremista, una economía militarizada y una sociedad movilizada. Por otro lado, la mayoría de


los políticos, diplomáticos y expertos europeos tienen ahora, en este sombrío contexto, menos ilusiones que hace una década sobre el supuesto amor por la paz de Putin. En cambio, la


percepción hasta ahora bastante acertada de la estrategia de Moscú en Washington ha sido sustituida, desde enero de 2025, por un enfoque escapista de la guerra ruso-ucraniana. El grado de


ingenuidad política, indiferencia moral y diletantismo diplomático de la nueva Administración estadounidense durante sus cuatro primeros meses en el cargo ha sido sorprendente. Incluso


teniendo en cuenta las aberraciones de la primera presidencia de Trump, entre 2017 y 2021, la inadecuación de las declaraciones y acciones de la Casa Blanca en los últimos meses con respecto


a la guerra entre Rusia y Ucrania ha provocado una onda expansiva en Europa y en otros lugares. Cabe sospechar que no sólo el infantilismo estratégico, sino también el respeto político e


incluso LA SIMPATÍA PERSONAL DE LA ADMINISTRACIÓN TRUMP HACIA PUTIN han impulsado los recientes zigzags de Estados Unidos. Cuatro meses de diplomacia itinerante y de intentos de mediación


por parte de Estados Unidos han logrado muy poco. > Trump anunció que debería haber negociaciones directas entre Rusia > y Ucrania, como si los dos países no llevaran ya más de once 


años > negociando entre sí" Los resultados de la conversación de dos horas mantenida la semana pasada entre Trump y Putin también han sido escasos. Ambos presidentes calificaron su


conversación telefónica de éxito. Sin embargo, NO HAY RESULTADOS TANGIBLES DE LAS INTENSAS NEGOCIACIONES TRILATERALES ENTRE WASHINGTON, MOSCÚ Y KIEV, ni de las interacciones directas entre


los presidentes estadounidense y ruso. Putin dejó claro que no hay ni habrá pronto ningún alto el fuego. Trump anunció que debería haber negociaciones directas entre Rusia y Ucrania, como si


los dos países no llevaran ya más de once años negociando entre sí, en diferentes formatos. En su comentario oral sobre la conversación telefónica del pasado lunes, Putin, de hecho, se


dedicó a provocar a Ucrania, a Estados Unidos y a todo Occidente de dos maneras. En primer lugar, el término que Rusia ha introducido recientemente y que Putin utilizó para calificar el


objetivo principal que se pretende alcanzar en las próximas negociaciones es "memorándum". Cualquiera que esté familiarizado con la historia de las relaciones ruso-ucranianas tras


la caída de la Unión Soviética sabrá que ya existe un "memorándum" histórico relacionado con la seguridad, firmado por Moscú y Kiev (así como por Washington y Londres) en la


capital húngara hace más de 30 años. Se trata del ahora infame "Memorándum sobre garantías de seguridad en relación con la adhesión de Ucrania al Tratado sobre la no proliferación de


armas nucleares", proporcionado en diciembre de 1994 por los tres Estados depositarios de este tratado a Ucrania. En el Memorándum de Budapest, Moscú, a cambio del acuerdo de Kiev de


entregar todas sus ojivas atómicas a Rusia, garantizó que no atacaría a Ucrania. Washington y Londres, por su parte, aseguraron a Kiev que respetarían las fronteras y la soberanía de


Ucrania. Después de que Moscú haya pisoteado de forma manifiesta la letra y el espíritu del Memorándum de Budapest durante once años, el Kremlin ofrece ahora firmar otro


"memorándum" ruso-ucraniano. En segundo lugar, Putin no excluyó, en sus comentarios tras hablar con Trump, que las futuras negociaciones con Kiev puedan conducir a una tregua. >


 "Para poner fin a la guerra en Ucrania, Rusia necesita sufrir una > humillante derrota en el campo de batalla" Sin embargo, el presidente ruso añadió que, incluso "si se


alcanzan los acuerdos adecuados", un "posible alto el fuego" solo sería "por un período de tiempo determinado". INCLUSO SI LAS NEGOCIACIONES TIENEN ÉXITO, EL


ARMISTICIO SOLO SERÁ TEMPORAL. Esa salvedad de Putin es un reconocimiento acertado: la economía de guerra rusa y la movilización militar de la población están tan avanzadas que no pueden


detenerse fácilmente. Moscú ya no es capaz de interrumpir abruptamente la guerra de forma permanente. ¿Qué pasaría con los cientos de miles de soldados alistados, la producción de armas a


gran escala y el belicismo rutinario de Rusia, así como con las intensas campañas ucranófobas en muchos ámbitos de la vida social rusa (educación, medios de comunicación, cultura, etcétera),


si de repente se produjera una paz permanente? Estas y otras señales similares procedentes de Moscú sólo permiten llegar a una conclusión: para poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania,


Rusia necesita sufrir una humillante derrota en el campo de batalla. La lección del pasado es, además, que los FRACASOS MILITARES RUSOS HAN DESENCADENADO UNA LIBERALIZACIÓN INTERNA, como las


Grandes Reformas tras la Guerra de Crimea de 1854-1856 o la introducción del semiconstitucionalismo tras la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905. Uno de los factores determinantes de la


_glasnost_ y la _perestroika_ fue el desastroso fracaso de la invasión soviética de Afganistán de 1979-1989. EL IMPERIALISMO RUSO NO SE NEUTRALIZARÁ CON NEGOCIACIONES, COMPROMISOS O


CONCESIONES. Por el contrario, esos enfoques solo fomentan una mayor aventura exterior de Moscú y la escalada militar en las fronteras de Rusia. El Kremlin pondrá fin algún día a las guerras


expansionistas de Rusia, así como al terror genocida contra la población civil en Ucrania y otros lugares. Sin embargo, para que eso suceda, el pueblo ruso debe empezar a creer que ese


comportamiento no puede conducir a la victoria, puede desencadenar el colapso interno y será castigado con firmeza. *** _Andreas Umland es analista del Centro de Estudios de Europa Oriental


de Estocolmo (SCEEUS) y del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales (UI)_.