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NO SUBESTIMES LA CONVERSACIÓN TRIVIAL Eileen Azzopardi ha tratado de aprender idiomas en todos los sitios donde vivió. Su marido fue miembro de la Armada de EE.UU. y el último destino de su
carrera militar fue Cerdeña, Italia. Luego se mudaron a Florencia, Italia, y después a Malta. Ella tomó dos clases de nivel universitario de italiano y podía mantener conversaciones
triviales. Entretenimiento Paramount+ 10% de descuento en cualquier plan de Paramount+ See more Entretenimiento offers > "Podía pedir comida en italiano. Podía hacer compras en el
supermercado. Pero tener conversaciones más complejas y profundas con personas, como crear amistades, eso se me hacía muy difícil", comenta Azzopardi, de 50 años, quien se crio en
Pensilvania y ahora vive en Bradenton, Florida. Después de que su esposo Pete dejó la Armada, vivieron su sueño durante cinco años y se jubilaron en Malta. La isla mediterránea se encuentra
entre Sicilia y la costa norafricana, donde su esposo tiene ancestros. CORTESÍA DE PETE Y EILEEN AZZOPARDI Compraron una casa, obtuvieron doble ciudadanía, enviaron a su hija a una escuela
internacional, tomaron clases de maltés y finalmente se dieron por vencidos. "Para vivir en Europa hay que renunciar a muchas cosas", dice Azzopardi, a quien le encantó la
experiencia pero terminó extrañando a su familia, sus amigos y las comodidades de Estados Unidos. El francés que había aprendido en la escuela secundaria no la ayudó mucho en el extranjero.
En Malta, se las arreglaba hablando inglés (los dos idiomas oficiales del país son inglés y maltés). Como el maltés está basado en el árabe, era difícil de aprender. El alfabeto se parece
mucho al inglés, pero tiene cuatro letras más. Ella sabía unas cuantas palabras en otros idiomas. Pero "me apoyaba mucho en el inglés, era mi zona de confort", dice. Aunque
Azzopardi ya no vive en Malta, dice que seguirá tratando de aprender un segundo idioma. "El español es el próximo idioma que quiero estudiar y dominar, por dos razones. La primera es
que Sophia [su hija] lo está estudiando. Y la segunda es que es el segundo idioma de EE.UU., especialmente en Florida y California", dice. "¡No me daré por vencida!", afirma.
"Por suerte, sé muchas palabras en italiano, y algunas palabras en español son parecidas, así que tengo una ventaja". ANTICIPA EL ÉXITO; EL FRACASO NO ES UNA OPCIÓN Cuando Craig
Laberge se jubiló temprano a los 45 años —hace ya 24 años—, se propuso aprender español, algo que no había estudiado nunca. Decidió pasar seis meses en Latinoamérica para aprender el idioma
y conocer la cultura. En Guatemala, tomó cuatro horas de español al día con un profesor privado. Luego lo aumentó a seis horas. Después de dos meses, había aprendido. En el 2005 compró una
casa con sus amigos en Mérida, México, en la península de Yucatán, cerca del Golfo de México. "Si no aprendes el idioma, te pierdes una gran parte de la experiencia". — Craig
Laberge, Mérida, México Desde entonces ha vivido ahí la mayor parte del tiempo. A Laberge, exdiseñador de exhibiciones de arte con descendencia inglesa y francocanadiense, ahora de 69 años,
le atrajeron el clima y el costo de vida de México, y se sintió como en casa en una cultura menos acelerada. Dice que no hablar español no era una opción para él. "Si vas a vivir en un
ambiente donde hablan otro idioma, vas a hacer algún esfuerzo por vivir ahí", dice. "Si no aprendes el idioma, te pierdes una gran parte de la experiencia".