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Otra posible razón de los alentadores resultados: el tiempo que pasas frente a un plato de salmón —u otro pescado graso repleto de omega-3— es tiempo que no pasas en la ventanilla de un
restaurante de comida rápida comprando una hamburguesa con papas fritas. Como lo expresa Matt Budoff, un cardiólogo afiliado al Centro Médico de UCLA: "El pescado es un sustituto
inteligente de alimentos no saludables". La American Heart Association recomienda (en inglés) dos porciones de pescado a la semana (3.5 onzas por cada porción cocida), preferiblemente
pescados grasos ricos en omega-3. Algunas buenas fuentes —además del salmón— incluyen la caballa, el arenque, la trucha de lago, las sardinas y el atún blanco. Los vegetarianos, las personas
con alergias o aquellos a quienes no les gustan los mariscos pueden buscar fuentes de ácido graso omega-3 en alimentos a base de plantas, como vegetales (coles de Bruselas y espinaca),
nueces, linaza y semillas de calabaza. Una desventaja: los alimentos a base de plantas usualmente solo contienen uno de los tres principales ácidos grasos omega-3: ácido alfa-linolénico
(ALA), el cual el cuerpo convierte en EPA y DHA. "Pero el problema es que solo un pequeño porcentaje se convierte en EPA y DHA", dice el Dr. Donald Hensrud, director médico del
Healthy Living Program de Mayo Clinic y autor de _The Mayo Clinic Diet_, así que la cantidad de aceite graso omega-3 que la gente puede obtener de esos alimentos es bastante baja. (Aunque,
como señala Hensrud, "Si alguien sigue una buena dieta vegetariana o vegana, probablemente ya tienen un menor riesgo de enfermedad cardíaca"). Si todavía no estás listo para dejar
de tomar suplementos de aceite de pescado, ten en mente que es mejor consumir omega-3 de alimentos que contengan grasa (saludable), y debes ingerir dosis bajas. (La Facultad de Medicina de
Harvard establece el límite de 1,000 miligramos al día). También, habla con tu médico sobre posibles interacciones que podría tener con los medicamentos que tomas. "El aceite de pescado
tiene un efecto anticoagulante", dice el Dr. Tod Cooperman, presidente y fundador de ConsumerLab.com. "Si tomas un anticoagulante o te someterás a una cirugía, habla con tu médico
antes de empezar a tomar suplementos". También debes asegurarte de que cualquiera que ya tomas (o compres en el futuro) tenga un sello de aprobación de sitios como U.S. Pharmacopeia,
ConsumerLab.com o NSF International. Estas son tres organizaciones independientes que hacen pruebas de suplementos populares para verificar que estén fabricados adecuadamente, contengan los
ingredientes (y dosis) que se indican en la etiqueta y no tengan contaminantes peligrosos. Eso es importante, ya que los suplementos dietéticos de venta libre, a diferencia de los
medicamentos recetados, no son regulados estrictamente por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. para asegurar que la fabricación cumpla con los altos estándares de
calidad, seguridad y eficacia —por lo que no siempre puedes estar seguro de lo que te estás tomando, o de que las dosis de ingredientes como los ácidos grasos sean precisas—.