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¿Las personas con cataratas, degeneración macular relacionada con la edad (DMRE) o glaucoma tienen un mayor riesgo de caídas y fracturas? Esa es la pregunta que un grupo de investigadores se
propuso responder en un estudio extenso (en inglés), publicado en JAMA Ophthalmology, en el que participaron más de 3 millones de adultos mayores. Es cierto que nadie necesita un estudio
para determinar que la pérdida de la visión —sin importar la causa— puede desempeñar un papel importante en el aumento del riesgo de caídas y las lesiones que ocurren como resultado.
Estudios anteriores y más pequeños han implicado, en distintos niveles, a estos tres trastornos relacionados con la edad que provocan la perdida de la visión. Pero se desconocía la
importancia del papel que desempeñaba cada uno. Las cataratas, la causa más común de los problemas de la visión, provocan que el cristalino del ojo, normalmente transparente, se nuble. La
DMRE es una enfermedad progresiva que daña la mácula, una parte de la retina que te ayuda a ver lo que hay justo delante de ti. Y el glaucoma, una de las principales causas de ceguera en las
personas mayores de 60 años, es un grupo de enfermedades que dañan un nervio esencial en el ojo. De los tres, ¿cuál es el mayor culpable con respecto de las caídas entre los adultos
mayores? Durante un período de 13 años, los investigadores examinaron los historiales médicos de un grupo de pacientes que tenían, en promedio, alrededor de 74 años al final del estudio y
descubrieron que las tres enfermedades eran casi igualmente culpables. Las probabilidades de caer fueron, en promedio, un 33% más altas entre las personas con problemas de la vista, en
comparación con las que no tenían una de estas enfermedades oculares. Además, hubo un mayor riesgo de lesiones en prácticamente todas las áreas del cuerpo, incluidas las caderas, la columna
vertebral, el cráneo, las costillas y la parte inferior de las piernas. El sentido común explica el porqué. “Las personas con pérdida de la visión pueden tener dificultad para detectar
peligros en su camino, como escalones, bordillos o superficies desiguales”, dice la Dra. Ashley Brissette, profesora adjunta de Oftalmología en Weill Cornell Medicine. “Esta dificultad para
reconocer las señales ambientales aumenta la probabilidad de tropezar”. Pero existen más factores que hay que tener en cuenta. El estudio sugiere que incluso una pérdida de visión
relativamente leve puede afectar el equilibrio, la postura y la marcha, cada uno de los cuales es fundamental para evitar caídas. “La visión es importante para mantener el equilibrio y la
percepción espacial, por lo que cuando hay una pérdida de visión, puede aumentar significativamente el riesgo de caídas debido a calcular erróneamente la profundidad”, dice Brissette. “La
visión también es uno de los estímulos sensoriales clave que contribuyen al equilibrio”. Cuando se deteriora, la inestabilidad dificulta mantener “una postura erguida”. “La pérdida de la
visión puede afectar la marcha al limitar la capacidad de detectar obstáculos o cambios en el terreno y reaccionar a ellos”, agrega. “Además, el miedo a caerse puede llevar a alteraciones en
la marcha, lo que crea un ciclo que fomenta un mayor riesgo de caídas”.