Frío vs. Calor: qué elegir para calmar el dolor

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_Tienes dolor en las articulaciones. _El frío también puede ser útil cuando se trata de aliviar el dolor causado por enfermedades más crónicas como la artritis, dice la Dra. Grace Ahn,


reumatóloga de _Arthritis and Rheumatism Associates_ en Wheaton, Maryland. Un estudio (en inglés) encontró que las personas con osteoartritis en la rodilla —este es el tipo de artritis


asociada con el desgaste de las articulaciones que es común entre las personas mayores— que se masajearon con hielo durante 20 minutos, cinco días a la semana durante dos semanas, vieron una


mejor fuerza muscular en la pierna y una mayor amplitud de movimiento en la rodilla. ¿No tienes un montón de lujosas compresas de hielo? No te preocupes. “A menudo les digo a los pacientes


que usen guisantes congelados o cualquier bolsa de verduras si no tienen compresas de hielo”, dice Ahn. También puedes humedecer una toalla, ponerla en una bolsa de plástico con cierre,


guardarla en el congelador y sacarla cuando la necesites, dice Ahn. En lo que respecta al tiempo, trata de hacerlo entre 10 y 15 minutos cada vez, varias veces al día. Ten cuidado: las


personas que tienen enfermedades que las hacen sensibles a las temperaturas frías, como la enfermedad de Raynaud, deben tener cuidado al usar hielo, dice Ahn. Lo mismo ocurre con las


personas con problemas de circulación o trastornos sensoriales. See more Seguro offers > CUÁNDO USAR CALOR _Tienes una vieja lesión._ Si tu lesión ocurrió hace varios días o semanas —o es


una que ha estado durando aún más tiempo—, está bien usar calor, como una almohadilla térmica o una venda caliente, ambas disponibles en las farmacias. Sin embargo, no debes usar calor de


inmediato en una lesión aguda porque puede aumentar la inflamación alrededor de la lesión e interferir con la sanación, según _Cleveland Clinic_. Pero para problemas que llevan más tiempo, y


especialmente las lesiones musculares, las temperaturas más cálidas pueden ayudar a facilitar la movilidad, disminuir el dolor y aumentar el flujo sanguíneo, dice Walker. Si tienes una


articulación que se siente rígida, por ejemplo, y “quieres tratar de aflojarla, ahí es donde el calor suave puede ser útil”, dice Fredericson.