Cómo he sobrevivido la pérdida de mi papá con alzheimer

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Durante el primer año, estuve constantemente enferma, lo que hizo más difícil todos los demás aspectos del duelo y la sanación. Mis doctores me dijeron que mis suprarrenales y mi sistema


inmunitario se habían visto comprometidos por el estrés prolongado. Estaba física, emocional y mentalmente agotada. Una vez que el cuidado se detuvo, me derrumbé. Mi querida amiga Kathy me


dijo, "Amy, has estado presionándote tanto durante tanto tiempo, que me temo que no sabes cómo parar". Y es cierto que permitirme relajarme y aceptar el tiempo de inactividad ha


sido un gran desafío. Irónicamente, la pandemia de la COVID-19 me ha obligado a hacerlo. Estaba en Arizona cuando se establecieron los cierres, y llevo aquí ocho meses, el mayor tiempo que


he estado en un solo lugar en toda mi vida adulta. Al principio sentí un aumento del estrés en relación con el trabajo, estar separada de mi novio, estar atrapada en casa y proteger a mi


hermana Linda (que está en la categoría de alto riesgo de la COVID-19). Con el tiempo encontré mi camino hacia la aceptación y la paz con la situación. Tal vez se necesitó una pandemia para


que yo disminuyera el ritmo, durmiera más y me cuidara también. En muchos sentidos siento que he pasado la pandemia con mis padres, en la casa donde vivieron durante tantos años. He sentido


su presencia reconfortante, empujándome hacia adelante en la vida. ENCONTRAR LA ALEGRÍA DE NUEVO Después de vivir con mis padres, la casa se quedó muy, muy vacía. Papá ya no estaba, al igual


que todos los cuidadores remunerados, los médicos, e incluso Linda, que vivía con nosotros cuatro días a la semana. El dormitorio de papá permaneció intacto hasta hace unas semanas. Después


de su muerte, me senté en su silla y lloré todas las noches durante mucho tiempo. Las horas a solas en la casa, especialmente los fines de semana cuando solía estar a solas con mamá y papá,


eran insoportables. Cuando estaba cuidándolos, me concentraba en formas de "llenar mi tanque", de tener la energía interna para seguir adelante. Pero cuando papá murió, dejé de


hacerlo —un gran error—. Ahora me doy cuenta de que fue una lección de vida, no una simple filosofía de cuidador. Así que conscientemente he vuelto a hacer cosas que me llenan física,


mental, emocional y espiritualmente, como dedicar tiempo a la relajación, el ejercicio, la meditación y la creatividad (estoy haciendo una pizarra de visión para mi futuro), notar cosas


simples como la belleza de las flores que planté y disfrutar de una buena taza de café mientras hablo con un amigo en video. He descubierto que he aprendido a concentrarme en encontrar


alegría por estar con mis seres queridos y cuidarlos. Una vez que se fueron, tropecé, anhelando esa alegría, pero luchando por recrear ese sentimiento. Estoy trabajando en abrir mi corazón a


otras cosas que me traen alegría. Pero lucho con la culpa por los momentos felices, ya que no quiero disminuir mi profunda pena y lo importante que siguen siendo mis seres queridos para mí.


A pesar de estos desafíos, estoy avanzando, mientras mi nuevo camino se revela lentamente. Mi creatividad está resurgiendo. Cada vez más, tengo momentos en los que pienso en aquellos que ya


no están y sonrío primero, antes de sentirme triste. Empiezo a sentirme más cómoda entusiasmándome con el futuro, acogiendo las muchas cosas que tengo que esperar, especialmente el poder


estar por fin con mi muy paciente novio después de una relación a distancia de 14 años. Esta semana terminé un viaje por carretera atravesando el país para estar con él, y empezaremos a


renovar una casa juntos. Todavía espero poder llegar a la playa y dormir durante días y días. Pero hasta que pueda hacerlo, trato de recuperarme de otras formas saludables, como comiendo


mejor, durmiendo más y abordando los problemas de salud. La mejor manera de honrar a mis seres queridos es pasar a la siguiente fase de mi vida, aunque se complique por la pandemia, con el


mismo coraje que ellos, lanzándome a ella con la misma alegría con la que los cuidé.