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Unas semanas después del accidente que sufrió mi esposo por una bomba al borde de la carretera, que lo dejó en coma con una lesión cerebral en el Bethesda Naval Hospital en Maryland, una
amiga me obsequió un certificado de regalo para un masaje. Era muy atractiva la idea de que alguien me aflojara los músculos tensionados como cemento. Pero me asaltaba la ansiedad con solo
pensar en dejar a mi esposo en el hospital para hacer algo para mí misma. ¿Y si Bob se despertaba de su coma cuando yo no estaba? ¿Y si me estaba buscando cuando yo me había ido al spa? Me
sentía mal por estar disfrutando tanto cuando la persona que más amaba sufría en la cama con mucho dolor y solo la mitad del cráneo. Me parecía un acto egoísta. Finalmente mi hermana me
empujó hacia afuera y me pasé toda la hora del masaje preocupada por Bob, sollozando a intervalos por el tacto bondadoso de esta persona desconocida. Recuerdo que tenía mi anillo de bodas
colgado de una cadena y que le dije a la masajista que no me lo sacaría bajo ninguna circunstancia por temor a que trajera mala suerte y Bob no se recuperara. REDUCIR EL ESTRÉS Y FOMENTAR EL
BIENESTAR La mayoría de los cuidadores que conozco tienen sentimientos ambivalentes hacia el acto de cuidar de sí mismos. No perdemos la sonrisa amable cuando alguien (que por lo general no
es un cuidador), nos dice: "¡Procura cuidar de ti misma también!". Claro que sí. Por supuesto. Es más fácil decirlo que hacerlo. Entonces, ¿cómo puedes incorporar actos muy
específicos y el bienestar físico en tu día cuando tantas de tus actividades giran en torno a otra persona? Le pedí a mi propia masajista y gurú de la salud, Michele Cappellano de Pocono
Pines, Pensilvania, que compartiera ejercicios y otros consejos que pueden seguir todos los cuidadores para reducir el estrés y promover el bienestar general, en particular si es más difícil
salir de la casa. "Lo primero que debes hacer es ser realista contigo mismo en cuanto a cuidar de tu bienestar físico personal”, aconseja Cappellano. “Si te fijas metas muy exigentes,
solo terminarás decepcionado". Cappellano sugiere pensar en las habilidades que ya posees y los tipos de actividades que más probablemente puedas cumplir. También tendrás que
convencerte a ti mismo de que te mereces ese cuidado (como yo no pude hacerlo durante ese masaje) y saber de antemano que para ello deberás esforzarte. Aunque cada situación de cuidado es
distinta, durante los meses después de que mi esposo regresó a casa de la unidad de cuidados intensivos, para mí el momento sagrado era temprano a la mañana. Si lograba dedicar un corto
tiempo a mí misma antes de que todos se despertaran, sentía que ya tenía algo ganado. Ese momento personal valioso con frecuencia representaba la diferencia entre un día decente y uno en que
me sentía constantemente ahogada. Todos los días ponía la alarma para crear esa reserva crítica. A veces era tan simple como beberme el café sola leyendo mensajes electrónicos. Otras veces
salía a caminar al amanecer. Cuando era posible, compensaba el agotamiento del día con una siesta breve o con solo sentarme en el sillón y cerrar los ojos.