Cómo aprender de la juventud

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Si no queremos que exista la discriminación por la edad, debemos luchar contra ella. ¿Cómo? Primero, demostrando que tenemos mucho que aportar a la sociedad gracias a la experiencia de


décadas vividas. Segundo, evitando discriminar a los jóvenes por su juventud y falta de vivencias. Nosotras también fuimos jóvenes, ¿recuerdas? Y tercero, aceptando que tenemos mucho que


aprender de las personas, sin importar la edad. Cada generación, cuando alcanza una cierta edad, parece repudiar “a la juventud de hoy”, en lugar de hacer un esfuerzo por comprenderla. Esto


ocurre en el hogar —con los hijos— en la sociedad y en el ámbito laboral. Pero la única forma de evolucionar y mantener un espíritu juvenil a medida que cumplimos años es manteniendo un


diálogo abierto con personas más jóvenes. No solamente de vez en cuando, sino como parte de la vida diaria. Aunque tengan menos experiencia, los jóvenes tienen actitudes, virtudes y


destrezas de las que podemos aprender. APRENDER DE LOS JÓVENES EN EL HOGAR Quienes tenemos hijos o nietos, tenemos la gran ventaja de contar con este contacto directo y diario con la


juventud. Observo a mi hija de 15 años y a sus compañeras del equipo de baloncesto cuando vienen a la casa antes de jugar un partido. De ellas aprendo que, sin importar lo que pase en el


mundo, podemos y debemos pasar tiempo con personas afines. Viéndolas prepararse para su partido, me contagio de su entusiasmo, de sus nervios y también de sus risas. Además observo que la


adolescencia tiene mucho en común con la edad madura. De esto he aprendido que la vida es una constante evolución. En realidad tenemos más en común con los jóvenes de lo que pensamos: ambos


estamos en constante búsqueda de ideales, de sueños, incluso de nuestra propia identidad. APRENDER DE LOS JÓVENES EN LA SOCIEDAD Siempre he tenido amigos de todas las edades, incluso veinte


años mayores o menores que yo. Los jóvenes me ayudan a sentirme útil, porque a menudo me piden consejo. Saben que yo ya he pasado por una serie de experiencias en la vida, buenas y malas. De


ellos aprendo que también necesitan y buscan orientación. Si te abres a esa posibilidad, sin adoptar una actitud prepotente, encontrarás que muchos jóvenes respetan a sus mayores e incluso


se inspiran en ellos. Aprenderás que no todos los jóvenes son apáticos y que, sin embargo, tienen una actitud mucho más amable hacia el mundo en el que vivimos que personas de más edad,


quienes quizá se sienten desilusionadas o enojadas. Pasar tiempo con personas jóvenes me llena de vitalidad y energía.