Más isabel - ¿cómo era un entierro musulmán en tiempos del reino de granada?

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En el capítulo 23 de 'Isabel' hemos sido testigos de la muerte de uno de los principales enemigos de los REYES CATÓLICOS: Muley Hacén. La corte nazarí despide a su emir en su


entierro, en la cumbre del Mulhacén. ¿Cómo era esta ceremonia en tiempos del Reino de Granada? Mabel Villagra, asesora histórica de la serie, nos da todos los detalles. UNA CEREMONIA REPLETA


DE RITUALES Un entierro musulmán en tiempos del Reino de Granada, seguía diferentes fases: LAVADO Y AMORTAJAMIENTO Era el primer paso de la ceremonia: el lavado (_gusl_) y amortajamiento


(_kafan_) del cuerpo, que era perfumado con alcanfor o perfume de flores (azahar, jazmín) y amortajado con varias capas de lino. TRASLADO DEL CUERPO El cortejo fúnebre traslada el cadáver


llevado en angarillas (especie de camilla con patas); o entre los más humildes, sobre una tabla ancha. Los familiares iban primero con el imam. Se llevaba al difunto DE LA CASA A LA MEZQUITA


O AL CEMENTERIO DIRECTAMENTE. La gente se turnaba para llevarlo pues era precepto islámico y generador de baraka o bendición. Quien viera el cortejo fúnebre debía levantarse en señal de


respeto. REZO POR EL DIFUNTO El siguiente paso era el REZO POR EL ALMA DEL DIFUNTO (SALAT AL YANAZA), bien en la mezquita o en un oratorio al aire libre (musal-là). Esta oración se hacía de


pie mirando a La Meca y calzados. Los orantes se disponían en hileras y preferentemente en números impares. Las mujeres con parentesco más directo al difunto podrían estar, pero siempre


detrás de los varones y manteniendo una actitud de entereza y resignación, y siempre que estén vigiladas por un tutor masculino (mahram) de parentesco cercano. ENTERRAMIENTO Se hacía en una


fosa simple, excavada en el terreno, de alrededor de 1,45 metros del altura, en la cual se situaba el cadáver orientado en ángulo recto con la alquibla de la Meca; en el caso de al- Andalus


eje Noroeste-Suroeste. El cuerpo se disponía en decúbito lateral derecho, con la cara orientada al Sur, los brazos recogidos hacia delante sobre la región púbica y las extremidades


inferiores ligeramente flexionadas. Según recomendaban los preceptos religiosos, las sepulturas debían ser individuales. Las fosas no se rellenaban de tierra y se cerraban con una cubierta


simple (tablones de madera, lajas de piedra...) sobre la que se disponía un túmulo de tierra que representaba la señalización externa de la tumba. No se solía poner objetos como ajuar


funerario, aunque hay excepciones que entrarían dentro de las prácticas de un islam popular, como algunas candelas aparecidas boca abajo en excavaciones españolas que podrían tener origen


una tradición preislámica anterior y que indicaría simbólicamente la vida apagada. Otra práctica en la época nazarí era la de colocar los llamados "PAPELES DE LA MUERTE", unos


pliegos con versículos del Corán escritos con tintura de azafrán así como la de algún talismán para supuestamente favorecer el viaje al Más Allá. En la cabecera del túmulo-tumba, en los pies


o en ambos extremos se dispone una lápida de piedra, mármol o una simple piedra. Dos, una en la cabeza y otra en los pies si era un varón, y una en la cabeza, si era mujer. Después las


mujeres podían visitar la tumba y regaban el túmulo con agua perfumada y colocaban ramas verdes. EL BLANCO COMO SEÑAL DE LUTO El COLOR DEL LUTO TRADICIONAL EN AL-ANDALUS FUE CASI SIEMPRE EL


BLANCO CRUDO, pues los juristas recomendaban vestirse austeramente en los entierros, tal como aparece en esta miniatura del s.XIV. Fue un color muy popular en la época taifa y califal, pero


con los almorávides y almohades decayó para de nuevo recuperar su uso en época nazarí. E incluso posterior, tras la Caída de Granada, como puede ver el viajero alemán Jerónimo Münzer en 1494


cuando asiste en Granada al funeral de un amigo musulmán y ve en él a 7 mujeres vestidas de blanco como color de luto. Parece ser que otros colores se usaron también tanto en Al-Andalus


como después en el reino nazarí (azul, negro, etc) y así están recogidos en testimonios poéticos (Al-Maqqarí).