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Sábado, 24 de mayo 2025, 08:35 Comenta Compartir En una época marcada por la sobreinformación y la creciente preocupación por la salud, los alimentos y el medio ambiente, la percepción
pública sobre los pesticidas (el término correcto es plaguicidas) ha sido fuertemente moldeada por campañas comerciales, titulares sensacionalistas y mensajes alarmistas en redes sociales.
La narrativa predominante nos dice que los alimentos están llenos de 'químicos tóxicos' y que sólo el consumo de productos 'libres de pesticidas' es seguro... ¡incluso
existe una Semana Internacional Sin Pesticidas! Sin embargo, esta idea contrasta radicalmente con lo que la ciencia y los organismos reguladores vienen señalando durante años. ¿QUÉ DICEN LOS
DATOS OFICIALES? Hace unos días, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó su informe anual sobre residuos de plaguicidas en los alimentos, basado en los datos de 2023.
Este informe aporta evidencia clara sobre la situación real de los residuos de plaguicidas en los productos que llegan a nuestras mesas. En el marco del Programa de Control Coordinado de la
UE, se analizaron 13.246 muestras aleatorias recolectadas en todos los Estados miembros de la UE, así como en Noruega e Islandia. Estas muestras cubrieron 12 de los alimentos más consumidos
en Europa: zanahorias, coliflores, kiwis, cebollas, naranjas, peras, patatas, judías secas, arroz integral, centeno, hígado de bovino y grasa de ave. Los resultados fueron contundentes: I)
El 99% de las muestras cumplieron con la legislación de la UE; II) El 70% no presentó residuos cuantificables, es decir, estaban totalmente libres de plaguicidas según las técnicas actuales
de análisis; III) Un 28% contenía residuos por debajo o igual a los límites máximos de residuos (LMR) legalmente establecidos; IV) únicamente el 2% de las muestras superó los LMR, y solo el
1% fue clasificado como no conforme, considerando la incertidumbre analítica. Además, los programas nacionales de control plurianuales también recogieron una gran cantidad de datos: 132.793
muestras, con un 98â&euro¯% de cumplimiento con los estándares de seguridad alimentaria. Estos datos son coherentes con los años anteriores: en 2021 el cumplimiento fue del 97,5%, y en
2022 del 97,8%. EL PODER DEL MARKETING DEL MIEDO. La EFSA no se limita a verificar el cumplimiento legal. También realiza una evaluación de riesgo alimentario, que calcula la exposición del
consumidor a posibles residuos de plaguicidas a través de la dieta. Según el informe recién publicado, el riesgo para la salud de los consumidores es bajo, una conclusión que ha sido
constante durante años. Este tipo de evaluación se basa en rigurosos estudios toxicológicos, amplios márgenes de seguridad y simulaciones de consumo realistas. Cuando los residuos están
presentes en los alimentos, lo están en niveles que, incluso si una persona los consumiera de forma habitual y en grandes cantidades, no representarían una amenaza para su salud. A pesar de
esta evidencia, el miedo vende. La industria alimentaria ha encontrado en el 'libre de pesticidas' un nicho lucrativo. Muchas marcas utilizan etiquetas como 'sin
químicos' o 'natural' para posicionar sus productos como más saludables o seguros, a menudo sin una base científica real. Este tipo de etiquetas, muy presentes en carísimos
alimentos infantiles donde el consumidor busca la máxima seguridad, no solo resultan engañosas, sino que también perpetúan la falsa creencia de que los alimentos convencionales son
peligrosos o que el sistema de regulación europeo es ineficaz. - RIESGO VS. PELIGRO: ¿POR QUÉ IMPORTA LA DIFERENCIA? Uno de los mayores errores de percepción pública radica en confundir
peligro con riesgo. El peligro es la capacidad de una sustancia para causar daño. El riesgo, en cambio, es la probabilidad de que ese daño ocurra en una situación real. Por ejemplo, el ácido
cianhídrico está presente de forma natural en las semillas de algunas frutas como el albaricoque o la manzana. Es peligroso, pero en la cantidad que una persona consumiría al comer fruta,
el riesgo es prácticamente inexistente. Pues bien, del mismo modo, los pesticidas utilizados en la agricultura convencional han sido evaluados y regulados rigurosamente. Además, la UE se
encuentra entre las regiones con los estándares más estrictos de seguridad alimentaria a nivel global. Los pesticidas autorizados son reevaluados periódicamente, y se retiran del mercado
aquellos que presentan riesgos inaceptables. Por otra parte, los límites máximos de residuos se establecen con criterios muy conservadores, precisamente para proteger incluso a los grupos
más vulnerables, como niños o personas inmunodeprimidas. El principio de precaución que rige en la UE implica que, ante la más mínima duda sobre la seguridad de un compuesto, se impone una
restricción o prohibición preventiva. CONSECUENCIAS DEL ALARMISMO. El problema no es solo la desinformación: el alarmismo tiene costes sociales, económicos y sanitarios. Citaré seis: 1)
Aumento del estrés y la ansiedad alimentaria, especialmente en familias con hijos pequeños. 2) Desconfianza en el sistema agroalimentario, pese a su alta seguridad. 3) Encarecimiento
innecesario de productos, especialmente aquellos promocionados como 'más seguros'. 4) Reducción del consumo de frutas y verduras, clave en la prevención de enfermedades crónicas,
debido al miedo injustificado. 5) Desigualdad en el acceso a alimentos, al promover productos muy caros que no todos pueden permitirse. 6) El alarmismo puede conducir a decisiones políticas
que no se basan en evidencia, como prohibiciones preventivas o subsidios mal orientados, que terminan afectando negativamente al desarrollo agrícola y la sostenibilidad. Pese a los buenos
resultados del informe, la EFSA propone mejoras continuas porque la vigilancia nunca debe relajarse. Entre sus principales recomendaciones figuran: intensificar el control de cultivos y
pesticidas con mayores tasas de incumplimiento; ampliar el alcance de análisis en productos importados; fortalecer los métodos analíticos y la armonización entre países. Estimados lectores
de LA VERDAD, la narrativa del miedo no se sostiene frente a los datos. Combatir el alarmismo no significa ignorar los desafíos de la agricultura, como el uso sostenible de fitosanitarios o
el impacto ambiental. Pero es fundamental que las decisiones de los consumidores se basen en evidencia y no en emociones manipuladas. Educar al público sobre lo que realmente significan los
términos 'residuo', 'límite máximo' o 'exposición alimentaria' es una tarea urgente... porque el miedo no es un ingrediente saludable. Comenta Reporta un error