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A la sombra, apuran un paquete de fartons. Son un grupo de turistas asiáticas, gafas de sol, coleta y ropa fresca, que hacen miles ... de fotos al Mercado Central. Están cómodamente sentadas
en unos escalones irregulares pero lisos. Los han alisado millones de pisadas, porque durante siglos fue el epicentro del comercio del Mediterráneo. Están de pícnic en un Patrimonio de la
Humanidad, en la Lonja de la Seda, convertida en un merendero gótico de bellísima factura. O 'almuercero', porque los turistas los utilizan para casi todo. En la parte trasera, de
hecho, hasta se montan fiestas a la salida de los hostales. La Lonja de la Seda es Patrimonio de la Humanidad y su protección preocupa tanto a la Unesco que hace unos años ya envió una carta
al Ayuntamiento en la que advertía de la posibilidad de perder el reconocimiento si no se reducía el tráfico a su alrededor. Las concejalías de Urbanismo y Movilidad, en manos del PSPV y
Compromís, acogieron gozosas ese rapapolvo, hasta el punto de que impulsaron una remodelación del entorno que creó una (otra más) plaza dura, sin verde y sin sombra. Es este entorno con el
que se encuentran los turistas que visitan la Lonja y el Mercado Central, quizá los dos monumentos más visitados de la ciudad sólo por detrás de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Los
turistas tienden a sentarse en los escalones de entrada de la Lonja, donde degustan los productos que, en muchas ocasiones, han comprado en el Mercado Central. Ahí ya se dieron cuenta hace
años de que los turistas tendían a sentarse en los escalones de la entrada principal, la de a la plaza del Mercado, y colocaron carteles en los que se prohibía sentarse en ellos. Incluso
pusieron seguridad privada. La situación mejoró, pero esta semana LAS PROVINCIAS ha podido comprobar que se repite todavía. Además, se reproduce al otro lado de la plaza, en la pequeña calle
de Pere Compte que une la plaza del Mercado con la del Doctor Collado. La emplean cientos de turistas al día para sentarse en esos escalones oscuros y tomar algo a la sombra, justo al lado
de un Patrimonio de la Humanidad. Es como si alguien decidiera comerse una pizza en el Coliseo romano, por ejemplo. La asociación Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural
insisten en que la Policía Local «debería tener muy claro un protocolo de actuación para evitar y prevenir que las personas se sienten a comer, beber y manchar los escalones de la Lonja».
«Necesitamos unas instrucciones claras porque se ofrece una imagen bastante lamentable de un monumento que goza de la máxima protección patrimonial. En otras ciudades europeas no está
permitido realizar este tipo de comportamientos incívicos que terminan manchando el monumento», aseguran desde la entidad. Cabe recordar que en Fallas hay que vallar el monumento para que la
afluencia masiva de visitantes no provoque que haya quien decida orinar contra la piedra de las paredes de la Lonja, como ocurrió hace unos años. El Consistorio decidió blindar el monumento
con listones de madera y en ejercicios anteriores se ha hecho con vallas de obra que evitan que quien tiene que hacer sus necesidades decida hacerlo contra la pared centenaria de la Lonja.