El lujo se sube a una goleta donde vive un empresario uruguayo (y se vende por quince millones) | las provincias

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Chicas, nos hemos quedado sin Copa América... La regata se va a Nápoles. ¡Con las ganas que tenía María José Catalá de que volviese! Y ... con razón, porque mira que la competición puso a


Valencia en el mapa del glamur. ¡Si hasta Vuitton tenía tienda en el Veles e Vents! Es que cómo fueron aquellos meses, Valencia parecía Saint Tropez. No había día sin fiesta con Moët,


actores famosos, miembros de casas reales y señores que vestían esmoquin como si llevasen vaqueros. ¡Ay, que tiempos de lujo y esplendor! Lo que vino después lo sabemos de sobra. Con la


marca de los grandes eventos y la dichosa crisis, Louis Vuitton y Hermès abandonaron la ciudad para nunca volver. El AVE tampoco ayudó nada porque, lejos de atraer compradores de Madrid, se


llevó a muchos valencianos de compras por el barrio de Salamanca, que nos guste o no, tiene mucha más oferta que Valencia. Valencia se quedó tan huérfana de lujo que prácticamente sólo nos


queda Loewe. Aún así, no todo está perdido. Sandra Andújar, presidenta de la Federación Española del Lujo, cree que Valencia tiene potenciar en el mercado del lujo por su ubicación


-¡Madrid, que no tienes playa!, gastronomía o cultura. Está tan convencida de ello, que en febrero de este año abrió una delegación en Valencia coincidiendo con la inauguración de la tienda


Stonelluxe. Así las cosas, esta semana la asociación de lujo celebró su segundo evento en Valencia y fue en un escenario muy especial: la cubierta de una gran goleta. Se llama Doña


Francisca y tiene más de cincuenta metros de eslora. Desde hace unos años tiene su puerto base en Valencia y por si alguna está interesada, se vende por quince millones de euros. Es una


maravilla, eso sí, con los interiores en madera, lámparas clásicas, grifería de bronce y todas las comodidades imaginables. La fiesta se celebró en la cubierta; es verdad que no tuvo el


derroche de aquellos tiempos de la Copa América -el catering tuvo frivolidades saladas y jamoncito- pero todo llegará. Se organizaron dos turnos de visitas, uno a las seis y media y otro a


las ocho y media y a los invitados se les pidió que dejasen sus zapatos en el pantalán o que se cubrieran los zapatos con unas fundas para no estropear la cubierta. El naviero Vicente


Boluda, que fue con su mujer, Esther Pastor, explicó que en su barco sí se podía ir calzado porque fue una de las condiciones que pidió expresamente al astillero. Entre los invitados, estuvo


el diseñador Alejandro Resta, la relaciones públicas Rocío Bacharach, el artista Jesús Arrúe, Mª Ángeles Redondo, la dueña de la empresa de navegación Latitud norte, Tania Espinosa, la


concejala Paula Llobet, el estilista Álex Jordán y Max Rese -de la barbería Clandestino-, Octavio Guijarro, Kellen Olimpo, la presidenta del Ateneo, Carmen de Rosa, la arquitecta Arantxa


Pérez Pous, Carolina Gil y Laura Fitera con su hija Gadea Fitera. Junto a Sandra Andújar estaba el delegado en Valencia, Alberto Aibar y Fiona Ferrer, que presentó su colección de sudaderas


y prendas vaqueras de Snoopy con un desfile con las modelos Zazu Amoedo, Elena Pérez Jorge, Lucía Aparicio, Vicen Fernández, Arantxa Espinosa y Neus Mira. Algunos invitados pudieron ver el


interior del velero. Lo enseñó Alberto Andrés López, que vive en el barco desde hace unos años y es hijo del empresario uruguayo Juan Carlos López Mena, quien encargó construir la goleta en


fibra de carbono, pero con la estética de los barcos ingleses clásicos.