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Pepe 'El Tomillero' se somete a la curiosidad de la nueva generación de los herederos de sus genes, la quinta que conoce en persona, y ... al primer porqué que le lanzan se pone a
imaginar que, en lugar de estar de merendola, podría haberse quedado en casa con las patas en alto y los ojos entornados, pero no. Hoy toca transmitir experiencia y conocimiento a los
componentes más pequeños de la tribu y, de la misma manera que en su momento él mismo se interesó, en una reunión similar, por conocer cómo se las había ingeniado el nuevo hermanito, cuyo
nacimiento su madre le acababa de anunciar, para introducirse en la barriguita de su progenitora, descubre que los componentes de su familia siguen metiéndose en berenjenales a la hora de
interpelar a sabios del clan. Atentos, que la pregunta tiene perendengues. ¿Por qué en el barrio no hay una biblioteca pública? Parece sencilla, pero la cosa se complica en cuanto le digo
que muy posiblemente no la haya porque no haya habido dinero para hacerla y, por respuesta, obtengo «pues he oído en la radio que el Ayuntamiento ha ahorrado no sé cuántos millones el último
año». Silencio y nueva respuesta más o menos reflexionada «puede ser que hayan tenido que hacer cosas más importantes» «¿Y qué puede ser más importante que tener una biblioteca en el
barrio?», me responden. «Además, abuelo, si han ahorrado es que les ha sobrado dinero y eso significa que no han hecho ni una biblioteca ni otra cosa que pudiera ser más importante». Empieza
el debate, sobrevuelan los porqués y el lanzamiento de interrogantes llena la sala en la que nos encontramos donde, por cierto, hay varios libros con los marcadores recién engrasados en la
última Feria del Libro, afortunadamente celebrada hace unos días en la Rambla y no como aquel año que se suspendió para que las casetas y el público visitante no pusieran en peligro las
baldosas del suelo. Creo que fue el mismo año en el que, durante una reunión vecinal, se lanzó la idea de que el Ayuntamiento levantara una biblioteca sobre el solar del antiguo cuartel de
la Guardia Civil y la portavoz de la asociación vecinal, espoleada por la concejala de turno, dijo aquello de que para qué se quería una biblioteca en el barrio si la gente no leía y,
además, estaba cerquita la Universidad con la suya. Total, que aquel año no sé si el cierre del presupuesto municipal tuvo superávit o no, el caso es que nos quedamos sin biblioteca como
tantos otros años. Juego con la derecha y con la izquierda, dando bandazos y sin disparar a puerta con potencia para tratar de salir del laberinto en le queme han metido y entonces se me
ocurre decirles a los peques que en cuanto tengan oportunidad le hagan las preguntas a los que deben responderla: los concejales del Excmo. Ayuntamiento. «No tardaréis mucho en salir de
dudas. Seguro que un día de estos visitan el colegio o el instituto. Y entonces será el momento de que le preguntéis por ello», les digo dirigiendo la vista a la caja de pasteles y la
bandeja de bollería que nos aguarda en la merienda. Doy un paso al frente y mientras la abro, veo al mediano apuntar en un papel. ¿Qué haces?, le pregunto. «Preparando un mar de preguntas
por si vinieran al cole». «¿Y qué preguntas?». «La primera que he puesto es que me digan lo que hay que estudiar para ser concejal porque así yo lo estudio y hago una biblioteca». Teniendo
en cuenta su edad, lo mismo dentro de otros 20 años inician la obra.