Y volver, volver, volver | ideal

feature-image

Play all audios:

Loading...

«Volver, volver» es una canción de Vicente Fernández, 'El Charro de Huentitán', cantante y actor, nacido en Guadalajara en el Estado de Jalisco (Méjico) ... el 17 de febrero de


1940. Este título bien pudiera aplicarse a los independentistas catalanes prófugos de la justicia española (que no exiliados políticos) a raíz de la vuelta a Barcelona de doña Clara Ponsatí


i Obiols, exconsejera de Enseñanza de la Generalitat de Catalunya, huida hace ahora cinco años. Este 28 de marzo ha recalado en España voluntariamente por la frontera con Francia y ha sido


detenida por los Mossos d´Esquadra en la plaza de la Catedral de Barcelona. Luego, el magistrado del Tribunal Supremo Carlos Llarena (al que ella no reconoce competente en el caso) decidió


dejarla en libertad y citarla ante el Tribunal para el día 24 de abril. Estaba procesada en rebeldía por sedición, pero en base a la reciente reforma del Código Penal, ahora lo está por


desobediencia, delito que no conlleva pena de prisión sino inhabilitación para ejercer cargos públicos. Antes de su detención, Ponsatí ha sido clara sobre sus intenciones en una rueda prensa


en el Collegi de Periodistes: «No he venido a hacer ningún pacto con el Estado, sino a denunciar la vulneración sistemática de nuestros derechos, la pasividad de las instituciones catalanas


y la necesidad de que las instituciones europeas dejen de mirar hacia otro lado ante la violación sistemática del Estado de Derecho en Catalunya». Al menos hemos de alabar sus sinceridad;


las cosas como son. La polémica siempre ha acompañado a esta benefactora abuelita de 66 años que seguramente cantaba nanas a sus nietos antes de dormir como hacemos todos los abuelos. En


marzo de 2020 lanzó un mensaje maquiavélico sobre los efectos del coronavirus en Madrid: «De Madrid al cielo». Y no se refería al reclamo turístico de la capital del reino de España.


Igualmente, en el programa 'Café d'idees' presentado por Gemma Nierga, esta periodista le preguntó «si consideraba que la independencia de Cataluña era tan importante como


para valer la vida de una persona», a lo que la dulce abuelita respondió taxativamente: «Sí». Sabemos que todo esto viene de lejos. El 11 de septiembre de 1714 Barcelona capituló ante las


tropas borbónicas: Stanley G. Payne, «en defensa de España», 2017. El expresidente Carles Puigdemont, también prófugo, ha expresado así su alegría en un tuit: «Bienvenida a casa, Clara


Ponsatí, a tu querida Barcelona. Gracias por las palabras, por el compromiso y por el ejemplo. Y gracias por no pasar por Madrid y ayudar a reforzar nuestro compromiso por la independencia


de Catalunya. Nos volveremos a ver en el pleno del Parlamento Europeo». E igualmente declaró en la Eurocamara que «la detención de su compañera eurodiputada es una vulneración de un derecho


fundamental por parte del Tribunal Supremo y del juez Llarena». Y es que la solidaridad entre prófugos es enternecedora. Tanto él como Toni Comín, exconseller de Sanidad de la Generalitat, e


igualmente prófugo, siguen imputados por malversación, pero ambos volverán pronto. También vuelve de nuevo la cantinela del derecho a decidir. Pere Aragonès ha manifestado otra vez en el


Parlament que propondrá al Gobierno de la nación «Un Acuerdo de Claridad al Estado que identifique cuándo y cómo Cataluña podrá volver a ejercer el derecho a decidir como han hecho Canadá y


Quebec». De todos es sabido (también por él) que este derecho no está contemplado en nuestra Constitución… pero ¡qué más da! Creo que el relato independentista no es una ideología, sino un


caleidoscopio de ilustres momentos como los que describo. El ¡honorable! Jordi Pujol dijo haber ocultado a la Hacienda Pública durante 34 años un dinero procedente de su padre Florenci Pujol


i Brugat, y lamentaba no haber encontrado nunca el momento para su regularización: ¡en 34 años! Pascual Maragall se dirigió a Artur Mas en el Parlament: «Vostès tenen un problema i aquest


problema es diu tres per cent». «¡España nos roba!», dijo estruendosamente un diputado de Solidaritat per la Independència. El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha condenado a Laura


Borrás, presidenta suspendida del Parlament, a 4,5 años de cárcel, 13 de inhabilitación y al pago de una muta de 36.000 euros por falsedad continuada en documento oficial y prevaricación


administrativa. En esta región hubo un golpe de Estado aunque haya sido el más corto de la Historia: 56 segundos. Sus responsables fueron condenados por el Tribunal Supremo a penas de entre


9 y 13 años de cárcel por sedición. Luego fueron indultados y el mismo día, al salir del trullo, dijeron: «Ho tornarem a fer». Lo volveremos a hacer. Autores muy importantes desde diversos


ámbitos han dado cumplida cuenta de esta ensoñación narcisista: Josep Borrell y Joan Llorach en 'Las cuentas y los cuentos de la independencia' (2015); Fernando Savater


'Contra el separatismo' (2017); el escritor judio-vienés Stefan Zweig en sus memorias 'El mundo de ayer' (2020); y el diplomático José Cuenca, 'Cataluña y Quebec.


Las mentiras del separatismo' (2022). Mientras tanto, en la prensa de estos días leemos: «Los directores de muchos institutos catalanes de Educación Secundaria han puesto el grito en el


cielo porque se están quedando sin presupuesto para pagar la luz»; «Cinco años después del referéndum ilegal las empresas que huyeron de Cataluña no han vuelto»; «El process es un cadáver


ya enterrado»; o «Un regreso teatral. La actitud desafiante de Clara Ponsatí en su primer viaje a España busca la confrontación». Continuará.