¡aitor, sigue pitando! | ideal

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Lo recuerdo como una pesadilla. Un día que no podía jugar al baloncesto me dieron un pito para arbitrar en la pista del colegio a ... mis compañeros de clase. Empezó a pasar de todo en la


cancha y no supe qué hacer, cómo reaccionar. «¡Pero pita algo, joder! ¡Pita lo que sea, pero pita algo!», me gritaban los hunos y los orcos. Pero no. Era imposible. Ni pitar, ni pintar. Allí


pintaba menos de lo que pitaba, que era nada. Así que devolví el silbato y hasta luego, Maricarmen. Hasta ahí mi experiencia como árbitro. ¡Nunca mais! Siempre les he admirado. Hay que


tener valor. Mucho valor. El viernes pasado me tomé unas cervezas con Alhambra Nievas, la árbitra internacional de rugby que llegó a lo más alto del escalafón. Lo podrán leer en el Gourmet


de mañana. Me decía que el rugby es tranquilo desde el punto de vista de la afición, que va al campo con mucho respeto. Incluso en los países donde es un deporte de masas y de honda


raigambre y tradición, la gente va a ver el juego y a disfrutar del espectáculo deportivo. Pero que las redes son harina de otro costal: cada vez hay más presión, abusos, insultos y demás


bazofia. ¡Qué ascazo! Y entonces llegó lo de Aitor, el árbitro de 13 años al que la madre de un jugador de fútbol benjamín amenazó con canear a la salida del campo. ¡Qué barbaridad! Con esto


del fútbol aficionado va a terminar pasando como con lo del carné de conducir: habrá que pasar un psicotécnico, un teórico y un práctico de buenas maneras en las gradas y, después, que les


vayan quitando puntos a los borricos hasta la expulsión definitiva en caso de contumaz reincidencia. Leo la entrevista que nuestro José Ignacio Cejudo hizo a Aitor después del desaguisado y


me quito el sombrero. ¡Qué grande, chaval! Qué cabecita tan bien amueblada y qué ejemplo de sensatez. Ojalá haya más Aitores en nuestra sociedad. ¡Enhorabuena y espero que sigas pitando


hasta llegar a Primera!