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En tiempos de Cónclave –sede vacante– la brisa de los augurios o el huracán de las alarmas oscurecen la diferencia entre lo esencial y lo ... accidental, entre las certezas y las opiniones.
No existe un cargo en el mundo y en los dos mil años de catolicismo más complejo y difícil de explicar que el Papado y en cada caso las dificultades con que se encuentra la persona que lo
representa. La razón de fondo es que siendo su misión ser como otro Cristo para todos los seres humanos, debe constantemente echar un lazo desde un mensaje universal y que afecta a la salud
espiritual de todos y cada uno. Eslabonar el todo y la parte, lo universal y lo singular, este es el problema. ¿Por qué hay un Papa en la Iglesia? Consta en el Evangelio, pero ¿por qué
consta en el Evangelio? El que sea digno de fe ya no consta en el Evangelio. Esto nos lleva a hechos anteriores a los papiros y documentos que quieren cristalizar la vida de la comunidad
cristiana de dos décadas anteriores al primer Evangelio, tal vez el presunto Evangelio hebreo de Mateo o el de Marcos. La Iglesia es una llamada universal a la santidad desde el primer
momento y al punto, es una estructura, en principio sencilla de los Doce y uno de ellos fue además de líder nato, elegido como líder institucional. Los rabinos de su tiempo enseñaban a los
discípulos que se 'matriculaban' en su escuela, pero Jesús elegía personalmente a los suyos, uno a uno. Así el término Iglesia significa convocatoria o llamada a ser discípulo. Los
Doce reciben poderes varios, poderes puramente espirituales de transmitir el mensaje de salvación a todos los hombres y por ello se les denomina Apóstoles o enviados. Lo esencial es que no
se trata de un equipo deportivo y su reglamento sino de la vida de una comunidad, numerosa desde el principio, en la que se vive lo que se cree. Dos mil años después, lo esencial sigue
siendo lo mismo y este corazón esencial viene envuelto, se encarna en las innumerables vicisitudes de la Historia y del Derecho. Un papa hoy es una persona humana, con una carga que ninguno
quisiera para sí, pues el papa no tiene algunos problemas, sino que los tiene todos y los siente todos. Eso explica que alguno muera del susto y otros renuncien al cargo. Nada le es
indiferente, las guerras, el hambre y la sed, la corrupción, los crímenes de fuera y de dentro. Ese es su encargo: transmitir la gracia, a través de oración y sacramentos para facilitar la
buena salud espiritual a todos los hombres y cuando mueran, sean recibidos en el reino de Dios en cuerpo y alma. Esta visión del Papa es, por supuesto, válida para el creyente, como lo fue
así siempre. Las opiniones personales o las políticas eclesiásticas de cada momento no son de fe, en cuanto no añaden nada esencial, nuevo a la tradición viva de los primeros cristianos,
directa o indirectamente. Las entrevistas, ruedas de prensa, alocuciones o el contenido de sus homilías, son seguidas atentamente por todos porque intentan adaptar el mensaje, al momento
presente. Hay que interpretarlas a la luz de la Escritura y la Tradición. Son éstas las fuentes originarias, a cuya luz, cobran sentido las opiniones del Papa. El Papa es un notario que
testifica lo que siempre ha vivido la Iglesia. Su autoridad es plena en lo espiritual, en aquel ámbito de la vida en que se ama lo que se cree, con toda libertad.