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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegará este martes a Belfast, donde pronunciará el miércoles un discurso en el nuevo campus de la Universidad ... de Ulster. Posteriormente,
viajará a la República de Irlanda, donde visitará a miembros de su familia y mantendrá reuniones con el Gobierno de Dublín. La breve estancia del presidente americano en la provincia es
percibida como un desplante al Gobierno británico por comentaristas norirlandeses. Las confusas circunstancias del vigesimoquinto aniversario del Acuerdo de Viernes Santo han creado una
situación complicada para la diplomacia de ambos países. En primer lugar, hay una cuestión de fechas. El Acuerdo se firmó un 10 de abril, que era Viernes Santo. Grupos comunitarios locales
organizaron eventos el pasado viernes. Familiares de víctimas de los crímenes cometidos durante el conflicto se congregaron en una playa de Bangor, también ese mismo día. Y los medios han
desplegado sus coberturas estos días. La segunda cuestión es la ausencia de Gobierno autonómico. Biden y sus colaboradores ya expresaron su malestar por la política unilateral de Boris
Johnson para modificar el Protocolo irlandés del Acuerdo de Retirada de la Unión Europea y alentaron una negociación, que tuvo éxito cuando Rishi Sunak llegó a la jefatura de Gobierno en
Londres. Medios norirlandeses afirman que Biden quería pronunciar su discurso ante los diputados de la Asamblea de Belfast. Pero el plan habría sido desaconsejado por el Ejecutivo británico.
La efímera presencia del presidente en la provincia evoca ahora la de los diplomáticos estadounidenses en Villar del Río, en la comedia 'Bienvenido, Míster Marshall', de Luis
García Berlanga. Bill Clinton y George Mitchell, mediador en la negociación del Acuerdo de 1998, participarán en un simposium sobre aquel momento de profundo cambio en la región, entre el 17
y el 19 de abril. Ha sido organizado por la Universidad Queen's, de la que Hillary Clinton es canciller. Bill Clinton, con ancestros procedentes de Irlanda, tuvo un papel significativo
en el proceso de paz. Visitó Belfast cuando su avance estaba en peligro y mantuvo contacto telefónico con los negociadores en la noche y madrugada en la que se resolvieron los últimos y
difíciles flecos del Acuerdo. Otra contribución de la diáspora irlandesa fueron las donaciones al Sinn Féin por grandes empresarios. Convirtieron al partido asociado al IRA en el más rico de
la isla, pero su condición era el fin de la violencia. El partido republicano es propietario de múltiples sedes, en el norte y en el sur. Ningún otro tiene tal capital. GOLF Y CRIMEN George
W. Bush canceló la invitación al Sinn Féin para celebrar la fiesta de San Patricio en la Casa Blanca - que había iniciado Clinton-, tras el asesinato por miembros del IRA de un vecino
católico y nacionalista en una reyerta de bar. En lugar de Gerry Adams, líder del Sinn Féin, fueron invitadas las hermanas de la víctima, que protagonizaron una valiente campaña de denuncia.
Barack Obama pronunciò un discurso a su paso por Irlanda del Norte para asistir a una cumbre del G8 y el acto más significativo de una breve visita de Donald Trump a la isla fue su estancia
en un campo de golf de su propiedad. Biden, que tampoco acudirá a la coronación de Carlos III, es el presidente que más ha acentuado su ascendencia irlandesa y republicana. Está planeado un
paseo por las calles de Dundalk y Carlingford, villas fronterizas entre el Norte y la República, de donde emigraron sus familiares a Estados Unidos. Dundalk era el lugar al que huían
miembros del IRA fugitivos de la Policía y la capital de una región en la que el grupo terrorista tenía estructuras logísticas. El unionismo probritánico, vinculado a la emigración escocesa
en Estados Unidos, no ve con buenos ojos la injerencia de los presidentes americanos en sus asuntos. Tras el anuncio de la reforma del Protocolo acordada por Bruselas y Londres, su líder,
Jeffrey Donaldson, fue tajante en que no iban a ser presionado para dar una rápida respuesta que permitiese una celebración presidida por Biden. En el proceso de paz, líderes unionistas
criticaban a Clinton por su colaboración con los primeros ministros, Tony Blair y Bertie Ahern, alegando que el presidente no podía darles lecciones, cuando la violencia en Washington DC
causaba más muertes que el conflicto norirlandés.