La rueda implacable afecta al femenino | ideal

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El aficionado sueña con las proezas de su equipo, con que se eternicen los ciclos positivos, pero lo normal es que un club tienda a ... su condición esencial. El entorno del Granada, una vez


instalado en el fútbol profesional desde hace un cuarto de siglo, ha de asumir que la suya es una entidad modesta, lo cual no significa que renuncie a una plaza en la élite y a defenderla


con dignidad. Ahora bien, el peaje es convertirse en una estación de paso para algunos de sus futbolistas. Ocurre con sus hombres y probablemente suceda con sus mujeres. Tras disfrutar con


Diego Martínez de la mejor etapa histórica del equipo masculino, aunque en su gloriosa última campaña de tránsito europeo fuera por televisión para los seguidores debido a la pandemia, en la


actualidad es el conjunto femenino en que está quebrando su techo y dejando una magnífica impronta. Ha pasado de sufrir por la permanencia a codearse con las mejores, con rasgos de carácter


que recuerdan al comportamiento grupal de aquella escuadra del 'chamán'. Sin embargo, la marcha ya conocida de su entrenador, Arturo Ruiz, y las conjeturas de salidas de algunas


estiletes barruntan que las dificultades pueden retornar a futuro. No es fácil que el Granada dé un salto de nivel suficiente para retener a sus talentos más cotizados. Por eso volaron Samu


o Bryan, y por eso es probable que lo hagan Edna y alguna más. Es la rueda implacable que también afecta al Femenino. Ante ello, los humildes tienen que estar en continua reconstrucción sin


perder el afán de mejora. Para ello, convencer a muchos y muchas de que el Granada es un lugar ideal para estar o crecer, y tirar de la base. Esto a lo mejor no garantiza la brillantez


continua, pero sí cierta estabilidad. En esto es en lo que se tienen que esmerar los que gobiernan.