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Antonio Puertas consumó la venganza más fría en su primera vuelta a Los Cármenes, aunque algunos de los que decidieron que no valía dejasen ya ... el Granada. El almeriense brindó las
asistencias de los dos goles del Eibar contra la versión más bipolar de los rojiblancos al rehacer Fran Escribá su planteamiento con tres cambios al descanso. Del rombo con dos delanteros a
los extremos, ninguna fórmula valió para unos futbolistas ya desmoralizados por completo mientras el club se aboca a otra temporada más en Segunda división por si aún quedaba alguna duda.
Ningún futbolista del Granada recibió tanto cariño como Puertas antes de comenzar el partido, y únicamente Diego Mariño lo mereció durante la primera parte. La reunión de cuatro
centrocampistas con Manu Trigueros como enganche y dos puntas, con Borja Bastón junto a Lucas Boyé, deparó un previsible atasco sin más profundidad que la que Rubén Sánchez procuraba por la
banda derecha seguido por Martin Hongla, sin par en la izquierda de Brau. Sin Giorgi Tsitaishvili por su sanción al cumplir ciclo de amonestaciones, Escribá decidió prescindir de cualquier
extremo directamente. Si un equipo estuvo cerca de adelantarse antes del descanso ese fue el Eibar, y eso que a Puertas parecía poderle la nostalgia en ciertas acciones. Referencia en ataque
de su equipo por la expulsión de Jon Bautista en la jornada anterior, el almeriense trató de aguantar balones de espaldas para jugar de cara con sus compañeros, pero le faltó atención para
aprovechar las concesiones de los rojiblancos atrás. Uno de los excompañeros que le rodearon antes del duelo, Miguel Rubio, le adivinó bien las primeras porfías al menos. Escribá recogió
cable antes incluso de la pausa e introdujo a Stoichkov, Abde Rebbach y Sergio Rodelas por Bastón, Trigueros y Hongla. No cabía manera más evidente de reconocer su equivocación, pese a
presumir en la antesala del encuentro de los nueve días de los que había gozado para trabajar muy bien su planteamiento. Con todo, Puertas volvió a provocar una mano salvadora de Mariño a
los cinco minutos de reanudarse el juego, con la flecha ya preparada como armero ahora. El Granada, con extremos al fin, ya parecía otra cosa. Rebbach salió chispeante para buscarle la
espalda a su marcador, por poco que le guste jugar a pierna natural, y Rodelas fue desempolvando poco a poco su pie izquierdo con un tiempo entero por delante por primera vez desde que en
febrero dejara atrás su lesión de diciembre. Un 'ex' del Eibar como Stoichkov provocó la primera parada de Magunagoitia con un cabezazo dentro del área tras un saque de esquina.
Sin embargo, y caprichos del fútbol, iba a ser Puertas –sustituto natural precisamente de Stoichkov allí– quien habilitase a Corpas primero y a Guruzeta después como si no hubiera querido
ser él quien marcara. En el primero de los goles, cuando mejor estaban los rojiblancos; en el segundo, tras un error de cálculo terrible de Loïc Williams. La misma malafollá que le hizo
despedirse de Los Cármenes en su día tras fallar un penalti le llevó a terminar lesionado pero ovacionado como se merecía. Las asistencias de Puertas abrieron la caja de Pandora en Los
Cármenes. De la furia contra los futbolistas, al cántico de «mercenarios» se pasó al sarcasmo cuando jugaban hacia atrás. Como si no hubiera ya bastante, Escribá decidió rizar el rizo con
Rodelas y Rebbach como laterales derechos para terminar con Siren Diao catorce jornadas después.