Indulgencia con carlos neva | ideal

feature-image

Play all audios:

Loading...

He cometido muchos errores en mi vida. Y me atrevería a asegurar que usted también. ¿Quién no ha conocido el sabor amargo del arrepentimiento y ... ha aprendido a no desaprovechar las


segundas oportunidades? Pero… ¿qué sería de todo ello sin un previo y sincero perdón? Estoy seguro de que no seríamos la misma persona si no se nos hubieran perdonado según qué errores y si


no se nos hubiera dado la oportunidad de mejorar y alcanzar una mejor versión de nosotros mismos, materializando el manido chacra del 'ensayo y error'. Perdonar y ser perdonado.


Qué asunto tan denso y, a la vez, cuan liberador puede resultar ser. Hubo momentos en los que no me sentí cómodo el sábado pasado en Los Cármenes. Más allá del aburrido partido que nos tocó


presenciar, desde un aspecto empático y moral me sentí bastante incómodo. No sé si usted también. Pude entender –que no compartir– una primera pitada del respetable cuando emergió la figura


de Carlos Neva por primera vez tras su polémica actuación inmediatamente anterior. Podría haber personas dolidas, cómo no, pero creo que aquello debió de quedar ahí. Los dolidos ya se habían


manifestado y tocaba pasar página de un asunto que ocurrió hace la friolera de cinco meses. La pitada continua cada vez que el capitán del Granada tocaba el balón ante su público fue por


momentos bochornosa. Y creo que injusta. Además de un poco estúpida, moralidad aparte, en tanto en cuanto se corría el riesgo de mermar el ánimo de un jugador del equipo, siendo un hecho que


podría ir en contra de nuestro propio club. En mayor o menor medida, todos hemos conocido el valor del perdón y el peso de la redención. Quizá sea hora de aplicarlo también en un campo de


fútbol, donde a veces la coherencia y la lógica parecen brillar por sus ausencias.