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A falta de seis jornadas, Granada y Elche se enfrentaban para afianzar sus plazas y aspiraciones, pero pesó en ambos el miedo a perder. La ... diferencia radica en que al Elche el empate le
sirve para mantenerse líder y alejar en un punto al Levante, que había pinchado en Oviedo, y que al Granada puede que se le quede corto. Sarabia había loado en unas declaraciones el buen
fútbol del conjunto ilicitano, alabando lo divertido de su propuesta. En Granada, obvió dicho discurso y ofreció toda una lección de fútbol control, más propio de un 'biscotto'
para alcanzar un empate, con constantes pases horizontales entre centrales y el portero como un jugador más. El Granada no se atrevió a adelantar la intensidad de su presión para evitar
desequilibrios, temeroso Escribá de descubrir las líneas de pase y sufrir, como tantas veces, a las espaldas de su defensa. Todo ello devino en un partido muy táctico, con ambas escuadras
bien plantadas para evitar excesivos peligros, donde los dos goles vinieron por fallos o desajustes. Tsitaishvili cortó y aprovechó uno de los pocos pases fallidos atrás del Elche, y los
visitantes empataron en un desajuste de presión y corte del Granada. De no haber habido dichas circunstancias, hubiese campeado el 0-0 inicial, más propio de la apuesta desde ambos
banquillos. Las acciones por banda que pudieran desnivelar a la defensa del Elche solamente tuvieron cabida por la banda derecha, donde Rubén Sánchez lo intentó una y otra vez, recuperando
las buenas sensaciones perdidas. Neva sigue en un estado de falta de confianza palpable y Brau lo suplió en la segunda parte para potenciar la banda izquierda, donde Rebbach está cada vez
peor. Solamente una acción individual de mérito de Gonzalo Villar, muy entonado en la segunda parte tras un primer periodo inocuo, pudo inclinar la balanza para el Granada, que buscó más la
victoria que el rival tras el descanso. Pero Boyé desperdició el claro penalti cometido sobre el murciano. Los cambios de Escribá no aportaron alternativas plausibles y diluyeron al Granada
en el tramo final. El eje troncal que sostiene al equipo es el de Mariño en la puerta, Williams en el eje de la defensa, Sergio Ruiz en el centro del campo y Boyé delante. Renunciar a Sergio
y Boyé pareció cuando menos temerario, salvo lesiones o estados físicos precarios de por medio. El Granada de los últimos compases dio sensación de impotencia para generar peligro:
Stoichkov no deja de ser una nueva versión de Weissman, Bastón queda en una intrascendente anécdota y Rodelas anda falto de aquella chispa que asombró en la primera vuelta.