Un viaje del cole de fuentenueva al egipto de los faraones | ideal

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Inés Gallastegui Granada Miércoles, 14 de mayo 2025, 00:08 | Actualizado 07:49h. Comenta Compartir El colegio público Luis Rosales invitó ayer a dar una charla a la egiptóloga de la


Universidad de Granada Ángeles Jiménez Higueras, con motivo de su semana cultural, y la iniciativa fue un éxito: durante el viaje virtual al Egipto de los faraones, los alumnos de primero y


segundo de primaria le dispararon interrogantes sin poder aguantar hasta el turno de preguntas. ¿Por qué a los egipcios antiguos se los dibuja de perfil? ¿Cuántas momias has descubierto?


¿Cómo entraban los ladrones para robar en las tumbas? ¿Tutankamón era el hijo adoptivo de Nefertiti? ¿Te dan miedo las momias? ¿Has visto alguna viva? La curiosidad de los niños de 6 y 7


años –los primeros en asistir, por turnos, a la charla de la profesora en la sala de audiovisuales– es insaciable y ligeramente escorada hacia el lado morboso de los ritos funerarios


egipcios de hace 3.500 años, adquirido en películas como 'Tadeo Jones' o los dibujos animados 'Papyrus'. Nos pasa a todos. «Hollywood ha hecho mucho daño», replicó con


humor la arqueóloga para desmentir la leyenda urbana de que los escribas y artesanos que decoraban las tumbas de los faraones o sus visires eran enterrados con ellos. Así que Angie, como


todo el mundo la llama, respondió con una paciencia también inagotable y grandes dosis de razones científicas. «Las momias no pueden estar vivas. Los egipcios creían en la vida eterna y que,


si uno había sido bueno, iba al cielo. Momificaban el cuerpo para preservarlo y que estuviera bien en el más allá», explicó. Ángeles Jiménez (Priego de Córdoba, 1980) tenía 8 años cuando en


el pueblo vecino de Almedinilla se descubrió la villa romana de El Ruedo. Sus padres la llevaron a visitarla y quedó fascinada. «Desde ese día quise ser arqueóloga. Mi familia pensó que se


me pasaría», relató. Pero no: estudió Historia, se especializó en Arqueología y se marchó a Liverpool (Reino Unido) a estudiar Egiptología. Desde hace tres años es profesora e investigadora


Ramón y Cajal de la UGR. VIAJES Y DESCUBRIMIENTOS Este martes les habló a los escolares del CEIP Luis Rosales de sus 17 viajes a Egipto y de las «treinta o cuarenta momias» –ninguna viva–


que ha descubierto en las excavaciones de la necrópolis de Luxor, donde las tumbas no están dentro de pirámides, sino excavadas en profundos pozos en la roca de la Montaña Tebana.


Pormenorizó cómo es el trabajo de una arqueóloga –siempre en equipo, junto a geólogos, químicos, fotógrafos y un grupo de operarios egipcios, todos codo con codo– y el cuidado minucioso que


hay que poner en el estudio de las piezas encontradas, entre ellas huesos, papiros, flores, piezas de cerámica o ropa. En concreto se centró en la cámara funeraria –por cierto, expoliada y


sin cuerpo– de Useramon, visir de Tutmosis III, que es la primera de un alto funcionario que copia los textos mortuorios de la tumba del faraón en el Valle de los Reyes. El estudio forma


parte del proyecto 'Escribas del Reino Nuevo', que Jiménez codirige junto a la investigadora del CSIC Lucía Díaz-Iglesias. «Queremos saber más sobre los autores, los escribas,


pintores y artesanos canteros que construyeron las tumbas y decoraron sus cámaras funerarias», señaló la investigadora. En la tumba del año 1470 antes de Cristo hay dos partes distintas. Una


estancia abierta a las visitas en la que los textos y decoraciones de las paredes relatan la vida del fallecido, «porque creían que nadie moría mientras alguien lo recordara». La cámara, 22


metros más abajo, se selló tras los funerales y en ella los jeroglíficos son una especie de «chuleta» para que el difunto supere con éxito el viaje hacia el otro lado, con complejas pruebas


impuestas por los dioses y plagado de criaturas monstruosas como cocodrilos o serpientes de varias cabezas. Una especie de yincana en la que el premio era la eternidad. MOMIAS ESCABROSAS


«En el vídeo no he querido mostrarles la imagen de ninguna momia, porque son un poco escabrosas y los niños, muy pequeños; no quiero que tengan pesadillas», reconoció Ángeles, acostumbrada a


compartir con niños y adolescentes el emocionante reto de preservar los restos de un pasado amenazados por el tiempo, los terremotos y los expoliadores. Quién sabe si dentro de unos años se


le acercará un chico o una chica en la Facultad de Letras para decirle que, gracias a ella, le apasionan los jeroglíficos. Algunos apuntan maneras. «Yo también escribo raro», confesó una


pequeña con toda naturalidad. UN COLEGIO PEQUEÑO Y MUY PARTICIPATIVO En la semana cultural del colegio Luis Rosales, enclavado en el Parque de Fuentenueva, cabe de todo: desde un taller de


bisutería a una paella en el huerto escolar, pasando por unas olimpiadas y un concierto de rock. «Somos un colegio pequeño, con 220 alumnos y alumnas, y las familias participan mucho»,


explica su director, Manuel Salinas. A partir de la charla de egiptología, los escolares confeccionarán un podcast, un reportaje audiovisual o una noticia impresa, según su nivel. Comenta


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