Víctimas de la 'burrocracia' | ideal

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Acudo el jueves a la presentación del ciclo de conciertos 1001 Músicas, que durante cinco años se ha celebrado entre julio y septiembre en el ... Generalife. Pero este año, no será así. Me


tomaba una copa de vino con Granada en lontananza, con esa tormenta de colores derrotados que solo se percibe desde la Alhambra al atardecer. Y después, escuché a Bob Dylan en ese concierto


sin móviles, cuando los pájaros trinaban como armónicas. Esa experiencia solo se puede vivir en Granada. Cualquier otra provincia lo habría convertido en un cotizado reclamo turístico. Con


mucho menos, Málaga ha colocado en el circuito Starlite. Pero aquí, tras un lustro de éxito, con un impacto de 6,5 millones de euros por ciclo, esos conciertos que arrancaron con la ahora


consejera Rocío Díaz en la Alhambra van a vivir, al menos, un paréntesis. El promotor Pepe Rodríguez fue diplomático en la rueda de prensa. «Ha sido un problema de burocracia». No


correspondía a él dar los detalles, pero los voy a aportar porque los he sacado de documentos públicos. El ciclo 'Músicas en el Generalife' había que renovarlo y el proceso no se


convocó hasta el 30 de enero. Cualquiera que haya organizado un evento –aunque sea un cumpleaños– sabe que en seis meses es imposible cerrar compromisos desde cero con artistas de primer


nivel y buscar financiación. La comisión de valoración se reunió el 13 de marzo y, seis días después, se notifica que la empresa seleccionada es una distinta a la que organizó el ciclo en


origen. Una compañía que ni siquiera es especialista en este sector. Quienes tomaron esta decisión sabían que generaría ruido. Al primero que molestó fue al patrocinador principal,


Caixabank. Lo que había en los sobres, probablemente, nunca lo sabremos. Si es lo que cuentan, sorprendería. Sin embargo, el Tribunal Administrativo de Recursos Contractuales de la Junta


suspendió cautelarmente la adjudicación el 4 de abril. Y, diez días después, anuló el procedimiento porque no se hizo como marca la legislación. Probablemente, para evitar un problema mayor


si terminaba en los juzgados. La consecuencia es que no habrá ciclo de conciertos en el Generalife. Con ninguna empresa. Se organizarán algunos eventos, pero nada que ver con lo de años


anteriores. La empresa promotora, la de Pepe Rodríguez, ha salvado una interesante propuesta de transición y se mantendrá la marca 1001 Músicas. Pero se ha sacrificado absurdamente una cita


diferencial y distintiva de Granada. Cosas de la 'burrocracia'. CUESTIÓN DE PRINCIPIOS Gerardo Cuerva escribió en la pelota de goma 'Principios' y la introdujo en la urna


que simulaba la representación del ADN empresarial. La cita del jueves por la noche se había anunciado de boca en boca como el lanzamiento en Granada –y Andalucía– de su candidatura


contracorriente para mantenerse al frente de Cepyme. Por eso llamaron la atención algunas ausencias y también fue significativa alguna presencia, como la del presidente de la CEA, Javier


González de Lara, que hasta ese día había esquivado implicarse en exceso en este proceso, que se ha convertido en un pulso con el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. No es que González


de Lara mostrase una efusividad indisimulada, pero estuvo en el acto y a la altura institucional que le corresponde. En su pelota escribió 'Unidad'. Gerardo no ocultó en su


discurso que está pasando unos «momentos difíciles». Y buscó el arrope de los suyos. El representante de la Costa, Javier Rubiño, fue el más explícito: «Te apoyamos sin matices. Sólo donde


hay libertad hay futuro». «POR ENCIMA DE TODO, LOS PRINCIPIOS», ENFATIZÓ GERARDO. SOBRE TODO, CUANDO OTROS PRETENDEN ESCRIBIRTE LOS FINALES «Nadie puede darme lecciones de unidad», se


reivindicó Gerardo Cuerva. Cuando terminó su intervención, algunos aplaudieron en pie. Tardó unos segundos, pero también se incorporó González de Lara. Se sumó protocolario el subdelegado


del Gobierno, aunque sin aplaudir. Demasiado había aguantado José Antonio Montilla en el discurso. Lleva con decoro estas situaciones. «Por encima de todo, los principios», enfatizó Gerardo.


Sobre todo, cuando otros pretenden escribirte los finales. CERVEZA SOSEGÁ Susana Vargas me invita a cenar en la fábrica de Cervezas Alhambra. Ya lo decían los reporteros veteranos para


contradecir a García Márquez: el periodismo no es el mejor oficio del mundo, pero mucho peor sería tener que trabajar. Han habilitado un comedor en la misma planta donde se grabaron algunas


de las escenas de la Sosegá, ese nuevo palo flamenco inspirado en Granada. La pausa es lo más difícil de conseguir en el arte. Oficia la cena Raúl Sierra, de Atelier, que un plato lo ha


rematado con 'pamplina'; que ha resultado ser una hierba silvestre que hasta se come. El maridaje es con las cervezas numeradas de la serie Andalucía. Es útil esto de numerar las


cervezas; aunque no garantiza que se pierda la cuenta. Azahar, matalahúva y salicornia, que –según explican– es como un espárrago de mar… Creo que fueron cuatro. O cinco. La directora de la


fábrica, Elisabeth Montoya, me explica que el secreto de la cerveza Alhambra se encuentra en la levadura; sin ella, nadie podría reproducirla –y no está en venta–. Observo las cuatro


calderas por donde avanza el líquido antes de convertirse en tercio y pienso que en algún momento debí caer en una tolva como Obélix. Muestras de la levadura madre se guardan en distintas


partes desde hace decenas de años, a una temperatura de menos 200 grados. Salvo en Alemania, la cerveza se prefiere fría. Me emplaza a oler el lúpulo. Y me pregunto qué atractivo encontró


Hildegarda de Bingen en esta flor como para añadirla a la cerveza. Por algo la hicieron santa. Claudia es la sumiller y con ella descubres, por ejemplo, que las cervezas de trigo, aunque


tengan ese nombre, también llevan cebada. He coincidido con ella en muchas catas, pero aún no ha logrado convencerme de que las copas no hay que beberlas enteras. Cada uno necesita una


medida para percibir todos los aromas y sabores. Cuenta que la cerveza Alhambra se hace «sin prisas». En contra de lo que se suele decir, también el periodismo. Porque tan importante es


llegar el primero como marcharte el último.