Rumores del comando canapé | ideal

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No es lo mismo estar en cualquier lado que en todas partes. Intento –probablemente sin éxito– alcanzar ambos estados. Incluso, el de meterme donde no ... me llaman. Y escucho cosas. Es lo


que tenemos los periodistas; que nos cuentan chismes. Además de los suspiros, por los ríos de Granada también reman los rumores. Y, últimamente, por donde me muevo, los comentarios –meandros


de cotilleos y fantasmas– confluyen en el mismo punto. Lo cuento porque no dejan de llegarme insinuaciones que ponen en entredicho algún proyecto cultural y la preservación de nuestro


patrimonio. Y esto es un incordio porque aspiramos a ser la Capital Europea en 2031. En las cuchipandas comentan cosas sobre nuestro principal referente monumental. No me andaré con


remilgos: la Alhambra. Ha habido un cambio relevante –no suficientemente explicado– en la estructura, aunque no haya trascendido. Y la presencia y representación en la sociedad granadina del


Patronato de la Alhambra se ha resentido. Como voy a casi todo, sé con quién me encuentro. Alguien que conoce muy bien la Alhambra, su gestión y protocolos, me advirtió hace unos días de un


proyecto en el entorno que puede generar debate. Me habló de las conexiones, de los profesionales implicados… y todo engarza como para suscitar controversia. Y aquí somos muy dados a las


polémicas; sobre todo, a las innecesarias. Lo que me dicen es que el profesional implicado en el proyecto –y que ahora tiene un cargo público– se va a inhibir. Y sin alejarme en exceso de la


Alhambra, me detengo en la bajada por el Paseo de los Tristes en otro monumento que merece más atención. [Nota al margen: vuelvo del Sacromonte, del cumpleaños de Pepe Rodríguez, creador


del ciclo 1001 Músicas que ahora ha caído en otras manos. El procedimiento –limpio mientras que ningún recurso demuestre lo contrario– no ha gustado en ciertas instancias; y no son


precisamente musicales]. «Quico, nos morimos», me escribe una compinche. Alguien que gestiona un valioso patrimonio en Granada. Me cuenta sus inquietudes, el papel que falta y que no llega,


el presupuesto que se va a otras provincias… Y la entiendo. A veces nos falta delicadeza y nos sobran complejos. INTERESANTES MECENAS Cuidar estos detalles sería conveniente. Porque este


ruido puede contaminar todo el empeño y trabajo en la candidatura para 2031. Hay interés en invertir en esta ciudad y ayudar para alcanzar esa efeméride. Aprovechémoslo. Esta misma semana se


ha encauzado –parece– el futuro de la colección Ajsaris. Almuerzo con alguien del mundo de la Cultura el martes. En los primeros 15 minutos intentamos arreglar el mundo. El resto lo


dedicamos a trasegar una lata de cordero. También es cultura. Qué gran labor hacen entidades y fundaciones para proteger y mantener el patrimonio que las instituciones públicas no tienen


presupuesto para preservar. Por ejemplo, la Fundación Unicaja contribuirá a la restauración del órgano de Santa María de la Alhambra o a las vidrieras de la Catedral. Y en menos de un año


abrirá el centro cultural en Rey Soler. Si los papeles y la burocracia no lo retrasan. RECUERDOS FLAMENCOS Son muchos los espacios que han abierto en cuestión de meses. Algunos lo hacen de


manera intermitente, por falta de programación o apoyo. A menudo viene a ser lo mismo. «Ni la historia ni la cultura se improvisan», rescato una frase de los correos que me intercambio con


un veterano magistrado. Me invitan al estreno del Teatro Flamenco en el Realejo. Recordaba más grande la Sala Príncipe. Siempre los lugares de nuestra infancia y juventud nos resultan


gigantes. Se hacen pequeños y estrechos cuando pasan los días. Con razón, pienso, también le llamaban Cine Canuto. Aquí, en 'la Príncipe', en el rincón de una barra, conocí hace


dos décadas a muchos de los compinches que ahora me acompañan. En algún lugar, como cápsula del tiempo, tienen que estar guardados aquellos secretos. En realidad, es la primera vez que entro


en la vieja sala plenamente consciente y con la luz suficiente para comprobar que, en contra de lo que pensé tantas noches, no había escalones. El nuevo Teatro Flamenco también sirve de


apoyo a la candidatura de la Capitalidad Cultural. Granada tiene 22 tablaos; hay otras ciudades que presumen de solera y tienen uno. Esta tarde, entre otros, baila Úrsula. Si alguna vez, en


una afrenta, me citaran a un duelo de espadas, preferiría afrontarlo con unas castañuelas si pudiera tocarlas como ella. Entre el público se encuentran Curro Albaicín y Mariquilla, que ha


llegado a ese punto de genialidad que hasta baila cuando permanece quieta. «Me han hecho 37 infiltraciones», me confiesa. «Tú bailas con los brazos, como Matilde Coral», le digo. Y dibuja un


lance como los de Morante el domingo en el festival de Síndrome de Down. Me dicen que pronto, Mariquilla podrá bailar en su plaza. Cerca de las Flores. Cuando la primavera zapatee sobre el


mes de mayo. SUPERAR Y CELEBRAR LOS DÍAS Para tacones con flamencura los que lleva siempre María Angustias Díaz, presidenta de la Asociación de Párkinson. Tuve la suerte de encontrarla un


día, calculo que hace quince años, cuando me pidió que la invitara a los Premios Ideales. Comenzó a llamarme para participar en actos de su asociación; a mí, que escribía de corruptelas,


ajustes de cuentas y pendencieros; que la sensibilidad la dejaba para el último párrafo por si acaso metían las tijeras. El miércoles –inexplicablemente– me quisieron conceder una distinción


de la asociación por el apoyo prestado. No es un premio por ser el mejor –les dije–, pero sí que nos ha hecho mejores. Porque en un mundo deshumanizado –a ratos hasta inhumano– conviene no


perder de vista a las personas. Nos hemos dedicado en IDEAL a contar sus historias. No las llamo historias de superación, que me parece un término maniqueo. Al fin y al cabo, la vida en sí


misma consiste en superarse. Y ellos superan y celebran todos los días. Veo el lema de la campaña de la asociación de Párkinson: «No des nada por sentado». Y me recuerda que también


deberíamos aplicarlo al periodismo. Ya lo decía el viejo axioma: si tu madre te dice que te quiere, compruébalo.