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La Santa Iglesia Catedral, repleta de fieles, acogió ayer tarde la Eucaristía por el eterno descanso del Papa Francisco, presidida por el arzobispo de Granada, ... José María Gil Tamayo, el
arzobispo emérito, Francisco Javier Martínez, y la imponente imagen del Cristo de la Misericordia. Una muestra más del reconocimiento y el enorme cariño que el Santo Padre se ganó a lo largo
de sus doce años de pontificado en los que supo llevar su mensaje de paz y amor a las periferias de la existencia y a los más necesitados. En el Año Jubilar de la Esperanza, en plena Pascua
de Resurrección y a sólo tres días de la gran Fiesta de la Divina Misericordia, la Iglesia de Granada quiso dar su último adiós al Papa Francisco por todo lo alto. El recogimiento y la
emoción se dejó sentir en toda la Eucaristía, especialmente en las preciosas palabras que le dedicó el arzobispo de Granada por la relación de cariño que le unía al Papa Francisco, presente
en el corazón y el recuerdo de los cientos de fieles que abarrotaron la Catedral, muchos de ellos de pie. Tras la primera lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles (3,11-26), y el
canto del Salmo 8 por la soprano Gohar Vahanyan, la homilía de Gil Tamayo tuvo como punto de partida el Evangelio según San Lucas (24,35-48) y el relato de la aparición de Jesucristo a sus
discípulos tras su Resurrección. Partiendo de la primera comunidad cristiana y la figura de Pedro como sucesor y pastor, recordó aquel Cónclave del que salió elegido Papa Benedicto XVI. En
aquel momento el entonces cardenal Bergoglio deseaba para el futuro pontífice que «ayudará a la Iglesia a salir de sus periferias», como ocurriría posteriormente en su pontificado. Del Papa
Francisco destacó sus gestos, «más elocuentes que las propias palabras». Prueba de ello, fueron en sus últimos días la visita a la cárcel el Jueves Santo y la bendición en la Plaza de San
Pedro y posterior acercamiento a los fieles. Francisco fue «la voz de los descartados y de la paz» y un defensor de la Iglesia de salida, por encima de su autorreferencialidad. La Virgen de
las Angustias y sus brazos oferentes fueron los protagonistas de las palabras finales de Gil Tamayo. A Ella le pidió que acogiera al Papá Francisco «y lo lleve junto a Cristo y desde el
Cielo interceda por esta Iglesia». AUTORIDADES PRESENTES Pese a que la Eucaristía no tuvo carácter institucional una representación de autoridades, encabezadas por la alcaldesa, Marifran
Carazo, y el delegado de la Junta de Andalucía en Granada, Antonio Granados, quisieron unirse de forma particular a la celebración. Al mayor esplendor de la ceremonia contribuyó también el
Coro Santa Cecilia, dirigido por Pablo Gómez, con piezas especialmente seleccionadas para la ocasión. La propia alcaldesa de Granada, Marifran Carazo, no dudó en asistir a la convocatoria,
dirigida a toda la ciudad. «La represento y he venido con convicción y con devoción a pedir por el Papa Francisco y acompañar a todos los que han querido unirse a esta oración. También, a
desear esa buena elección del futuro Papa que el arzobispo ha pedido y la Iglesia necesita», señaló la regidora.