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María Escámez Viernes, 18 de abril 2025, 23:36 Comenta Compartir Con la sobriedad más genuina de las cofradías de Motril del Viernes Santo, la ciudad entró al fin en la jornada más solemne
de su Semana Santa. Esa en la que la fe compartida a lo largo de generaciones se hace más presente que nunca y se pone a las plantas de la Virgen de los Dolores. Allí, esa misma devoción y
amor, sumado a un puente de recuerdos, reúne al abuelo, al padre y al hijo que, fieles a la tradición, siguen rindiéndole honores a esta bellísima imagen mariana de Antonio Illanes. La tarde
comenzó a teñirse de luto y recogimiento muy temprano. La Iglesia Mayor de la Encarnación se convirtió, una vez más, en epicentro de la emoción cofrade de las dos cofradías protagonistas de
la jornada. A partir de las siete y media, los primeros nazarenos de capillo y hábito negro cruzaban el umbral del templo, abriendo paso, primero, a la Hermandad de la Vera Cruz. El Cristo
de la Expiración, acompañado de la Virgen del Valle y San Juan Evangelista, volvió a recorrer las calles de Motril con ese rigor penitencial y finura estética que definen a esta hermandad
como una de las más sobrias y elegantes del panorama cofrade local. El silencio se hizo protagonista en su salida. Solo las órdenes de su capataz, Javier Salgado, pregonero de la Semana
Santa motrileña de este año, junto a la Capilla Musical Santo Ángel Custodio de Granada resonaban entre un público sobrecogido por esta majestuosa estampa que reúne su paso de misterio. Unas
horas más tarde, la ciudad redobló su solemnidad con la salida de la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores. La corporación municipal, encabezada por la alcaldesa Luisa
García Chamorro, acompañó el cortejo como es tradición en esta cita de carácter oficial. El respeto, fundido en esta noche de Viernes Santo, recorrió con los titulares de esta señera
corporación todo el itinerario. Pasos contenidos y una ciudad que se detiene, como ya lo hizo en la madrugada de ayer ante el Cristo de la Buena Muerte, para acompañar en oración y respeto
ese tránsito de dolor y penitencia. Motril volvió a ser testigo del valor de la tradición, de la fe heredada a través del tiempo, de las promesas y recuerdos de familias enteras de
motrileños con dos de las cofradías con más historia en la ciudad. Un año más, Motril rezó ante el misterio de la pasión y el amor. Comenta Reporta un error