Andrés Neuman: A la intemperie | Ideal

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Una cosa es educar en la intemperie, en los conflictos del mundo exterior, y otra muy distinta es dejar la educación a la intemperie, sin ... un mísero techo bajo el que guarecerse de las


tormentas que la amenazan. Los nuevos autoritarismos, cínicamente disfrazados de libertarios, se están acostumbrando a asfixiar y chantajear a las mejores universidades: o enseñan lo que le


conviene al poder o les cortan la luz. No se salvan ni siquiera los centros privados y más prósperos: que le pregunten a Harvard qué opina Trump de la libertad de cátedra. Bastante más cerca


que Boston, la memorable piscina del Campus de Fuentenueva de la Universidad de Granada, única de dimensiones olímpicas en toda la ciudad, lleva ya una década larga clausurada y en


deficiente estado de conversación, por no decir dejada al arbitrio de las ranas. Es por eso un alivio ver que por fin avanzan las obras de remodelación, cuyas inmensas costillas de madera y


sus placas de anclaje sostendrán la cubierta de este espacio deportivo íntimamente vinculado a la vida estudiantil. Antes de esta saludable iniciativa, el presupuesto iba a destinarse,


siempre en beneficio de nuestra floreciente oferta cultural, oh sorpresa, a un parking subterráneo. ¿Por qué no una terracita de tapas? ¿O un hotel? ¿O un kebab? Ideas innovadoras no nos


faltan. En el centro de España, la comunidad universitaria se está uniendo contra los maltratos de sus administraciones públicas. En el centro del imperio, centenares de rectores apoyan la


demanda que la universidad más prestigiosa del mundo ha puesto en los tribunales contra el desgobierno de turno. Si no nos movilizamos frente a los recortes, ataques y desprecios que viene


sufriendo a nivel global, más que a la natación, nuestro sistema educativo va a tener que dedicarse a bucear en las profundidades. La salud pública necesitaría un submarino.