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La final era, valga la redundancia, una final entre dos equipos obligados a vencer tras firmar una decepcionante Premier. Pero el peso de la historia ... en este caso hacía un poco más
favorito a un Manchester United que naufragó en el mismo estadio en el que semanas atrás había logrado vencer por tres goles a cero. Salió cruz para los de Rúben Amorim, que lo intentaron
más una vez que se vieron por debajo en el marcador aunque sin criterio alguno, incapaces de tumbar el muro del Tottenham. Se quedaron sin Europa League y sobre todo sin Champions unos
'diablos rojos' tras una derrota que agudiza la película de terror que vive una de las entidades deportivas más valiosas del planeta y con una legión de seguidores repartida por el
globo. Sin rumbo en lo deportivo desde el adiós de sir Alex Ferguson en 2013, la situación es todavía más delicada a nivel institucional. 'Love United, hate Glazer', se podía leer
este miércoles por Bilbao en varias banderas y pegatinas repartidas por los seguidores 'reds'. Claman al cielo por la gestión de los hermanos Glazer, que desde Nueva York dirigen
un conglomerado del que también forman parte los Tampa Bay Buccaneers de la NFL. El billete a la Champions tras una desastrosa Premier –a falta de una jornada son decimosextos, con el
Tottenham un punto por detrás– era el salvavidas al que se agarraba un United que puede verse obligado este verano a desprenderse de varias de sus estrellas. Bruno Fernandes, Casemiro,
Maguire... Todos ellos cobran unos salarios desorbitados teniendo en cuenta el rejonazo que va a sufrir el presupuesto de la entidad tras verse por primera vez fuera de Europa desde la
temporada 2014-15. Ninguna de las grandes figuras de la plantilla termina contrato este junio, por lo que se prevé un mercado intenso. Quien sí tiene pie y medio fuera de Old Trafford es el
técnico, Rúben Amorim. Se le encomendó antes de Navidad reflotar al equipo y se la jugó todo a la carta europea. No había perdido un solo partido en la competición y se presentaba en la
final tras endosar siete goles al Athletic en semifinales, dos goleadas que camuflaron el calvario que vivieron para eliminar en cuartos al Olympique de Lyon. El portugués lamentó hace unas
semanas estar dirigiendo «al peor United de la historia». En la rueda de prensa previa en San Mamés llegó a afirmar que, en caso de derrota, lo más lógico es que él y su cuerpo técnico
dieran un paso al lado. El Tottenham ya forma parte de la historia negra del United. La de ayer fue la cuarta derrota en otros tantos partidos de este curso. Perdió los dos ligueros (0-3 y
1-0), así como la eliminatoria de cuartos de la Copa de la Liga (4-3). De hecho, en los últimos siete enfrentamientos ante los Spurs no conoce la victoria. Acostumbrado a pelear por la
Champions, tres finales entre 2008 y 2011, la última época dorada del club es añorada. Ni siquiera una leyenda como Wayne Rooney apuesta un euro por su reemplazo, Rasmus Hojlund, del que
dijo «no tener nivel». UNA HERIDA ABIERTa Ha pasado el United de ser uno de los cocos de la Champions a encomendarse a la Europa League. Ganadores en 2017, perdieron en penaltis la de 2021
contra el Villarreal. Por su parte, el Tottenham vuelve a levantar un título europeo 41 años después. En su palmarés ya descansan tres Europa League –solo el Sevilla, con siete, tiene más–,
las dos anteriores bajo la antigua denominación de UEFA. El cuadro londinense conquistó la primera edición en 1972 y otra en 1984. Pero sobre todo este triunfo repara en cierta manera la
derrota en la final de la Champions de 2019 en el Metropolitano ante el Liverpool. Regresará a la Liga de Campeones.