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La historia de Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) es la de una escritora que estuvo a punto de tirar la toalla, algo cansada del limitado eco ... que tenían sus creaciones. Como ella misma
afirma, estaba viviendo el duelo que suponía poner fin a sus aspiraciones, cuando su obra 'El infinito en un junco' (Siruela) comenzó a venderse, allá por 2019. Lo asombroso es que
seis años después, en 2025, sigue vendiéndose a un ritmo constante, habiendo superado la barrera del millón y medio de ejemplares tras ser traducida a 43 idiomas. Vallejo acudió a Granada
para clausurar el Festival Internacional de Poesía en el Palacio de Carlos V, tras un lustro sin pisar nuestra tierra. Y su libro sigue estando entre los más vendidos de la Feria del Libro.
Una rara avis. –CUANDO CARMEN MOLA GANÓ EL PREMIO PLANETA EN 2021, UNO DE LOS RUMORES DE AQUELLA MISMA TARDE ENTRE LOS PERIODISTAS FUE QUE IBA A GANAR USTED PORQUE HABÍA ESCRITO UNA NOVELA
ESTUPENDA. ¿EXISTIÓ ESA NOVELA? –(Risas) Me llegó el rumor, sí, y entonces y ahora puedo desmentirlo, porque no he escrito ninguna novela. Ahora estoy trabajando en un nuevo libro que no es
exactamente una novela. Me gustan los libros inclasificables, híbridos. Este va a tener ingredientes de ensayo y de ficción. Me gusta desafiar las expectativas de los géneros; de hecho, el
principio, 'El infinito...', con los jinetes misteriosos, era precisamente un intento de empezar un ensayo de la forma más desconcertante posible para un lector acostumbrado a
ensayos académicos. –TENDER PUENTES ENTRE LOS GÉNEROS PUEDE SER UNA FORMA DE PURIFICARLOS. –Me gusta cultivar todo tipo de registros, también, e incluso los mestizajes entre lenguajes
expresivos. Nos puede parecer algo muy contemporáneo, pero ya lo practicaban los antiguos. Me fascina, por ejemplo, 'De rerum natura', de Lucrecio, porque es un ensayo científico
escrito en forma de poema, aunque pueda parecer que la poesía y la ciencia debieran estar en las antípodas una de la otra. «PUEDO DECIR QUE SOY UNA ESCRITORA LENTA. ME OBSESIONAN LAS
REESCRITURAS, INCLUSO EN LOS ARTÍCULOS» –HAY LIBROS DE COCINA ESCRITOS EN VERSO TAMBIÉN. –Así es. Parece que cuando se cruzan la 'alta' y la 'baja' cultura, o lo que se
presenta como incompatible, suele maridar bien. De hecho, 'El infinito...' fue mi primer ensayo, porque lo que antes había publicado eran dos novelas. Mi tesis doctoral ni siquiera
llegó a publicarse, así que se puede considerar el primero. Tampoco puedo decir que el libro sea una adaptación de la tesis, aunque bebió de esa investigación. –VENIR AL FESTIVAL
INTERNACIONAL DE POESÍA, ¿HA SIDO PARA USTED UN DESAFÍO? –En cierta medida, porque me siento un poco 'extranjera' en la poesía. Sin duda, hay algo de desafío en el espíritu de la
poesía, algo de juego, de audacia lingüística, y algo de hibridación entre la música y la literatura. –¿CÓMO ES SU MÉTODO DE ESCRITURA? –Podría decir que soy una escritora lenta. Me
obsesionan las reescrituras, incluso con los artículos periodísticos. Puedo llegar a escribir 10 versiones de cada uno, y sólo entrego cuando se termina el plazo. –¿CREÍA QUE SU LIBRO IBA A
TENER EL ÉXITO QUE HA ALCANZADO? –Creo que fue una cuestión de fe, mía y de la editorial. El apoyo, el respaldo en el lanzamiento, es clave ante la avalancha de títulos que se publican cada
año. Es muy difícil que se conozca la mera existencia de muchos títulos. Antes, la dificultad estribaba en publicar; ahora, lo difícil es que el público se entere de que has publicado. «LOS
LIBROS SON NUESTRA FORMA DE DIALOGAR CON QUIENES NOS PRECEDIERON EN LA VIDA» –¿CÓMO FUE, EN ESTE SENTIDO, SU CAMINO? –Estuve una década publicando libros que ni siquiera llegaban a tener
reseñas en los periódicos, pateándome ferias de libros locales, sesiones en colegios e institutos, clubes de lectura... El público nos conoce en el momento en que todo ha cambiado, pero hay
una buena singladura detrás. CAMBIOS –¿LE HA CAMBIADO EL ÉXITO? –Creo que soy la misma persona. Sólo ocurrió que, de repente, las piezas encajaron. –Y AHORA SE HA PUBLICADO HASTA EL DISCURSO
QUE OFRECIÓ EN SU NOMBRAMIENTO DE ALUMNA ILUSTRE EN LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA. – (Sonríe) Así es. Me parece increíble. Tengo muy claro, sin embargo, que podría volver a los antiguos
andurriales cualquier día. Nada está garantizado. Pero ya me quedo con lo vivido, con haber recorrido tantos países y con haber vuelto a Granada en estos días para ver la Alhambra. –USTED
HUNDE SUS RAÍCES INTELECTUALES EN LOS CLÁSICOS. VIENDO CÓMO ESTÁ EL MUNDO, ¿HEMOS APRENDIDO ALGO DE ELLOS? –Creo que el mundo se divide entre los pesimistas y los optimistas, y yo me
adscribo a este último grupo. Es cierto que hay mucho pesimismo en el mundo cultural, pero se puede contrarrestar. Aunque aprender no nos exime de cometer los mismos errores, porque eso
forma parte de la naturaleza humana y pienso que el error es el mayor maestro, entiendo que sí que hemos aprendido bastante. Como especie que conoce su pasado, tenemos una percepción de la
vida algo más amplia. No vivimos sólo en el momento presente y en las coordenadas temporales actuales. En nuestra expansión hacia el pasado son muy importantes los libros, que son nuestra
forma de hablar con los muertos. Toda la experiencia adquirida nos ha permitido proyectarnos hacia el futuro. –EN SU LITERATURA DE FICCIÓN HAY MUCHOS ENCUENTROS ENTRE EL AYER Y EL HOY. COMO
COMUNIDAD LITERARIA, ¿QUÉ PODEMOS APORTAR A LA LITERATURA HISTÓRICA? –Creo que a través de este género intentamos establecer un diálogo entre el pasado y el presente. Los temas que elegimos,
los momentos históricos a los que nos transportamos, tienen relación directa con nuestros miedos y nuestras angustias actuales. A veces, puede ser un antídoto contra apropiaciones del
pasado que intentan hacer los políticos. Puede ser una buena arma contra la manipulación.