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El ambiente de la tarde de ayer en el Centro Cultural Manuel de Falla era el de las grandes tardes de gloria. El reto fue ... superar el aforo habitual de los programas educativos de la OCG
–1.200 niños por pase– y meter a 1.600 en la sala para cantar y hacer música con la propia orquesta y el rockero granadino Miguel Ríos. Una gran producción hecha a base de buena voluntad,
sin apenas presupuesto, y que se plasmará en un vídeo que se estrenará a finales de junio en un acto que organizará la Delegación de Educación de la Junta en Granada. Fueron dos los temas
que se grabaron ayer, ambos grandes éxitos dentro de la carrera del cantante granadino: 'Santa Lucía', esa canción original de Roque Narvaja que se ha convertido en himno de toda
una generación que despertaba al amor sin complejos, y cómo no, la versión que Waldo de los Ríos hizo del 'Himno a la alegría', tramo final de la 'Novena sinfonía' de
Ludwig van Beethoven y que constituyó el gran éxito internacional de Ríos. El proceso de preparación comenzó en el mes de febrero, cuando un buen número de profesores –120– recibieron
formación tanto para dirigir un coro como para editar vídeo, las dos actividades que se cruzaron en la tarde de ayer frente a la mesa de mezclas Yamaha DM7 tras la cual operó Cheluis
Salmerón y en las cámaras operadas por Óscar Parada. Ya desde primera hora de la tarde, los alumnos, desde Infantil hasta Bachillerato, soportaron estoicamente las altas temperaturas
esperando su turno para entrar en el Falla. El bullicio habitual en los programas participativos de la OCG quedó acallado porque todos ellos sabían que ayer, en buena medida, eran los
protagonistas, las gargantas que hicieron las segundas voces de una impecable 'Santa Lucía' y las mismas a las que sólo les faltó cantar en alemán para igualarse a a la mejor de
las formaciones vocales europeas, al menos en lo que a voluntad se refiere. Muchos apenas habían oído hablar de Miguel Ríos, pero el poder de la música le convirtió, en apenas unos días, en
un auténtico ídolo, cuyo nombre fue coreado con la misma pasión con que se le llamaba en las giras de 'Rock & Ríos' en los primeros 80. No pocas 'grupies' en el papel
de madres se colaron en la sala con la preceptiva camiseta blanca y pantalón vaquero que se exigía como uniforme. Queda certificado que Miguel Ríos sigue teniendo un indudable tirón entre
el público de todas las edades. Es lo que tiene ser una leyenda. SEIS DÉCADAS DESPUÉS «Llevo 60 años grabando discos, y empecé en el Coro de los Salesianos, siendo un niño como vosotros»,
dijo el cantante granadino. «Y hoy quiero que cantemos por la paz, para que no se pierda la vida de más niños en Palestina ni en ninguna de las guerras del mundo». La declaración provocó uno
de los muchos aplausos que acompañaron una sesión de grabación en la que todos, los que están acostumbrados a serlo y los que no, se portaron como auténticos profesionales. Han sido cuatro
meses de duro trabajo, y entre quienes manejaban el sonido –hicieron tomas parciales, como es lógico, para asegurarse el resultado final– los murmullos eran de aprobación: «Va a ser
fantástico», decían sin ambages. A ello contribuyeron también los músicos de la OCG, quienes, tras presentar la programación por la mañana, acudieron al completo –incluso con varios
refuerzos– a una cita donde, con su director artístico Lucas Macías al frente, derrocharon complicidad tanto con Miguel Ríos como con los jóvenes cantantes.