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El granadino Miguel Fernández (1962) ha estado vinculado a los medios de comunicación desde hace más de tres décadas, singularmente en Canal Sur Radio, ente ... donde llegó a ser jefe de
informativos. Pero en los últimos años, ha emprendido una carrera literaria en la que ha recuperado a importantes personajes de la vida cultural española, la mayoría de ellos músicos. Tras
su exitosa biografía de Waldo de los Ríos –autor del 'Himno a la alegría' que popularizara su paisano Miguel Ríos– escribió la biografía más completa de la actriz Amparo Muñoz, y
luego la que vino a presentar en la última Feria del Libro, la de la cantante murciana Mari Trini, titulada 'Yo no soy esa que tú te imaginas' (Plaza & Janés). En el mismo
sello aparece hoy 'Me va la vida en ello', la biografía de Luis Eduardo Aute, que transcurre en parte en Granada, como muestra el capítulo que IDEAL publica en exclusiva bajo estas
líneas. –USTED HA SIDO UN TODOTERRENO... –Sí, pero donde más cómodo me he sentido ha sido contando lo que tiene que ver con la cultura. Me queda la alegría de haber tocado casi todos los
palos, sí. –SU PRIMER LIBRO SOBRE MÚSICOS FUE EL DE WALDO DE LOS RÍOS –En realidad, yo no lo concibo como un libro sobre un músico, y lo mismo me ocurre con el de Mari Trini o el de ahora,
de Aute. Pienso en ellos más bien como historias de vida. Con Waldo me crucé en una carretera de Canadá, y conté su historia no como un recorrido sonoro, sino como un retrato de una España
homofóbica cuyo ambiente afectó a hombres como él. Y tampoco el libro sobre Amparo es un libro de cine, sino un libro que cuenta una vida. –¿AMPARO MUÑOZ LLEGÓ A GRABAR ALGÚN DISCO? –Estuvo
a punto. En el guion de una película se incluían canciones, pero se propuso que la doblara Mari Trini. Como ve, todos mis personajes tienen vidas entrelazadas... Waldo fue el descubridor de
Mari Trini, Amparo Muñoz quería tener el perfil de famosa que tenía Mari Trini... –EL LIBRO DE MARI TRINI DA UNA VUELTA AL DE WALDO EN RELACIÓN CON LA HOMOFOBIA. –Así es. En aquella época
había muchas mujeres que vivían juntas, y casi nadie se hacía preguntas al respecto. A Mari Trini le preguntaron desde siempre por los novios, y presentaba a su pareja como su secretaria.
–ESTA BIOGRAFÍA DE AUTE ES COMPLEMENTARIA DE LA QUE DEDICÓ A LA MURCIANA, ENTONCES. –El de Aute es, para mí, el mundo de las ideas. Y creo que también es una reflexión abierta a propósito de
la Transición. Qué país queríamos hacer y qué país hicimos finalmente. Luis Eduardo fue siempre fiel a las ideas y principios que tenía en el 77 hasta el año de su muerte. Y vivió en un
ambiente en el que el poder hizo pactos, tras la muerte de Franco, para perpetuarse en el poder, valga la expresión. Pienso que 'Me va la vida en ello' es el libro más político de
cuantos he escrito. Es un análisis sobre la coherencia, sobre personas que dijeron una cosa en el 74 y luego cambiaron de idea. Temas como el de la OTAN son palmarios en este sentido; siguen
sin resolverse y abiertos. ELEMENTOS COMUNES –¿QUÉ UNE A TODOS LOS PERSONAJES QUE HA BIOGRAFÍADO? –Que todos soñaron y lucharon por buscar un país mejor que el que habitaban. Tenían la idea
de un futuro perfecto que luego resultó imperfecto. No eran diletantes y artistas dedicados a pegarse la vida padre, aunque esa fuera la imagen que se quería transmitir sobre ellos, salvo
en el caso de Aute, donde creo que han sido más respetuosos. A Amparo la tildaron de frívola; a Mari Trini, de cantante melódica blandita; de Waldo dijeron que fue el asesino de Beethoven...
–USTED VIVIÓ UN EPISODIO CON MARI TRINI COMO PROTAGONISTA EN GRANADA... –Así es. Yo no era muy seguidor suyo, pero vino en el Corpus del 74 a cantar al Paseo de los Tristes. Me encandiló.
Fui a esperarla a la salida del concierto y me quedé bloqueado ante ella. Me entró una neura tremenda con ella, llamaba a su casa y las personas de servicio, que eran muy amables, me daban
noticias de ella. Incluso escribí cuando tenía 13 años una crónica de otro concierto que dio en el Salón, en el que no estuve, y lo mandé a una revista en la que colaboraba. Con el paso de
los años, me encontré aquella crónica en la Hemeroteca Nacional, y me pareció entrañable. –¿QUÉ LE ATRAJO DE AUTE, ADEMÁS DE SU CONDICIÓN DE PIEDRA ANGULAR ARTÍSTICA DE LA TRANSICIÓN? –Su
conciencia social, sin duda. Desde que se levantaba hasta que se acostaba, trabajaba por una sociedad mejor. La despedida que se le hizo a Aute en plena pandemia –murió el 4 de abril de
2020– fue 'trending topic' mundial. Hubo pésames de políticos de todos los partidos, de muchísimas personas de los más diversos ámbitos. El día de su muerte, a la hora del aplauso
a los sanitarios, en muchos hogares sonó 'Al alba' y eso me parece precioso. –UNA CANCIÓN QUE TIENE UNA HISTORIA MUY PARTICULAR. –Hay quien piensa que la escribió con ocasión de
los últimos fusilamientos del franquismo, pero en realidad era una canción de amor que él envió a Rosa León y que esta cantó con unos arreglos casi pop. Luego, la volvió a grabar con ese
arreglo de violines que quedó, más tenso, más dramático. El disco salió coincidiendo con los fusilamientos, y en un programa de televisión que tuvo lugar unos días después, ella se preguntó
qué habrían sentido las familias de los fusilados y vincula una cosa y otra. Inmediatamente, ello se instaló en el ideario popular e incluso dio pie a una película que se tituló,
precisamente, 'La noche más larga'. PREPUBLICACIÓN EXCLUSIVA DEL CAPÍTULO 6, 'LA NOCHE MÁS LARGA' Al alba, al alba, reclama el público. Luis Eduardo se ha retirado ya del
escenario. Acaba de pronunciar el pregón de la Fiesta del Vino de Mollina, una distinción que en ediciones anteriores han recibido Rafael Alberti o Mario Vargas Llosa. ¿Y si la gente te
pide que cantes?, le había preguntado el presentador horas antes, durante el almuerzo. No sé, entonaré algo, contestó Aute mientras firmaba las carpetas de todos sus álbumes que le habían
llevado Rafa y Mercedes, una pareja de admiradores. Seguro que quieren escuchar Al alba, comentó el matrimonio. El artista interrumpió la esmerada dedicatoria para mirar al presentador. ¿Al
alba?, no, no. Quizá otra sea más apropiada. Para los de nuestra generación esa canción es un himno, apostilla el admirador antes de dejar caer una frase: los setenta fueron muy duros… (...)
Mientras, a 400 kilómetros al sudoeste del Palacio de las Cortes, en Granada, un grupo de jóvenes reparte unas hojas de color rosáceo en las que se informa de la inminente aparición de una
revista, Poesía 70. «Aunque no le guste demasiado la poesía, ojéela, ¿eh?», se podía leer. La publicación ha nacido en el seno de un programa radiofónico que se emite en Radio Popular, bajo
la dirección de Juan García Pérez, el poeta y periodista que firma como Juan de Loxa y que ha conseguido reunir a un grupo de jóvenes creadores, entre los que se encuentran Carlos Cano,
Joaquín Sabina, Fanny Rubio o José Carlos Rosales. Además de lecturas poéticas, a las que ponen voz un plantel de buenos actores y radiofonistas, en el espacio se escucha a Violeta Parra,
Atahualpa Yupanqui, Chicho Sánchez Ferlosio o Paco Ibáñez. En ese contexto surge, además, el Manifiesto Canción del Sur, «en el que se pretende —escriben sus promotores— buscar una nueva
canción andaluza». Tras el número 0, publicado en 1968, la primera entrega de Poesía 70 aparece al año siguiente, con la participación, entre otros escritores, del futuro premio Nobel
Vicente Aleixandre y de Luis Eduardo Aute, vinculado a Loxa y a algunos participantes en el manifiesto desde su creación, que envía un poema titulado 'El cementerio': Recuerdo una
vez/ que, viajando en un tren,/ en mi vagón/ se encontraban una madre/ y su hijo/ de cinco o seis años. / Al pasar por el cementerio / de un pueblo, recuerdo/ haber escuchado /al niño /
preguntar/ a su madre:/ —¿Verdad que los cementerios / es donde/ viven los muertos?/ Y su madre que leía/ una revista gráfca / respondió afrmativamente / mientras que por la ventanilla /del
vagón se empezaba /a divisar /el pueblo, /donde seguramente / mueren los vivos. / Un estertórico olor a crisantemos». Apenas pocas semanas después de que el gobierno levante el estado de
excepción decretado en todo el país para atajar las protestas estudiantiles en varias universidades, la reacción de la censura al poema–dibujo de Aute no se hace esperar e impone una sanción
económica a Juan de Loxa, que sufraga de su bolsillo la edición de la revista, por «atentar contra la moralidad». Los poemas de Vicente Aleixandre, que de algún modo avalaba la revista y la
entroncaba con una determinada tradición, y el poema de Luis Eduardo Aute, que lo situaba en la modernidad de los cantautores y los jóvenes poetas consagrados —recordará el poeta Álvaro
Salvador—. Este poema/ provocación causó tal escándalo que la censura franquista 0multó a la revista. El poema, en realidad, estaba escrito de puño y letra por Aute sobre el dibujo de una
mujer desnuda, abierta de piernas y cuyo sexo estaba cubierto por un ramillete de flores. Titulado 'El cementerio' no tenía mucho que ver, aparentemente, con el dibujo. El último
verso, «Un estertórico olor a crisantemos», se convirtió en el segundo lema de la revista. Aunque no sufre ningún tipo de sanción, el autor del dibujo y los versos que desatan la polémica
ofrece su ayuda económica a De Loxa en carta manuscrita. Elodia Campra, componente del equipo del programa radiofónico, recordará medio siglo después que «Aute siempre estuvo a muerte con
nosotros y de lado de Poesía 70 y Manifiesto Canción del Sur». (...)