No mates al padre, conócelo | ideal

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En el último adiós a Fernando Sánchez Dragó sonó la canción 'Gracias a la vida' en la voz Joan Báez. Ayanta Barilli (Roma, 1969) cumplía ... así el deseo de su padre, despidiéndole


en familia con los versos de Violeta Parra. Escritora como él, el destino ha querido que quince días después de la muerte de su padre ella publique otro 'gracias a la vida'


literario. Se titula 'Si no amaneciera' (Planeta) y es una ficción con mucho de realidad. Un largo adiós a un padre nonagenario, distante durante años y felizmente recuperado, que


Barilli ha venido escribiendo durante los últimos cuatro años. En vez de matar al padre, como dicen los psiquiatras, «hay que conocerlo», nos dice la autora. «No soy de ajuste de cuentas, de


modo que esta ficción podría ser un ajuste de amor filial». El protagonista de la novela es zapatero y la hija bailarina clásica, pero son obvios trasuntos de la emotiva y sincera


aproximación de Dragó y Barilli, hija de la historiadora y pensadora italiana Caterina Barilli. «Es un largo adiós a un padre amasado durante años, pero se ha dado la increíble sincronía de


que aparezca quince días después de la muerte de mi padre», dice Barilli de un libro que recorre casi un siglo en 24 horas, de amanecer a amancer. «Fue un regalo a mi padre, que leyó las


galeradas y mantuvimos luego una larga y bonita conversación», celebra. «Si algo hicimos fue hablar. No hubo problemas ni zonas oscuras, y eso que discrepábamos en muchas cosas. Estoy muy


alejada de su ideología, pero nos tuvimos un amor incondicional», se felicita. «Me quedé huérfana de madre con diez años y quería exorcizar el miedo a la pérdida del padre», precisa. SIN


TAPUJOS «Es terrible, pero muchas veces hijas e hijos no hablamos con nuestros padres y los demás nos cuentan quiénes fueron, cuando en realidad somos un espejo paterno», dice Barilli, que


«en la vida y en el libro reflexionó sobre la relación paternofilial». Barilli es madre de Mario, de 31 años, y de Erika, de 23. «Hablo abiertamente y sin tapujos con ellos, tanto que les


digo que no me lo cuenten todo», dice sarcástica. «La familia es muy inspiradora», asegura la escritora, que sabe que para algunos puede tener más de infierno que de paraíso. La suya es más


que atípica, «pero ha tenido mucho más de bueno que de malo; soy poco conflictiva, me cuesta enfadarme y no me enfrento. Tao, Tao,Tao... me repito». «Mi arma para enfrentarme a la vida es la


escritura. Narro lo que me sucede, sea triste o alegre, y dejo que todo fluya. Cuando estalla la tormenta, espero a que el mar se amanse. La vida me lleva por donde quiere. No se puede


estar en guerra con todo», plantea. De su padre aprendió «a aprovechar el impulso del enemigo», que ahora es para ella su «horrible» estado de ánimo en pleno duelo. Entristecida, no quiso


saber nada del «circo» que se armó en torno a la muerte de su progenitor. «Cuando murió en la casa de Castilfrío nos vimos rodeados por cientos de fotógrafos. El acribillamiento de las


cámaras fue un fusilamiento de la intimidad y del dolor que vivíamos», se duele la periodista, actriz escritora y finalista del premio Planeta con su primera novela, 'Un mar violeta


oscuro'. La novela acaba con Anita, la hija de Manuel, escuchando el 'Gracias a la vida' que sonó en el funeral de Dragó. «Define a mi padre, que no desperdició un segundo


para vivir la suya. Se puso el mundo por montera e hizo siempre lo que quiso», celebra la escritora, que creció rodeada de los 120.000 que atesoraba su progenitor «y que son las paredes de


mi existencia».