Así influye la alimentación al funcionamiento de los riñones

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Cada día existe una mayor conciencia en la sociedad con respecto a la importancia de mantener unos buenos hábitos alimenticios, lo que resulta imprescindible para poder DISFRUTAR DE UN MEJOR


ESTADO DE SALUD EN GENERAL, y favorecer el bienestar renal, en particular. Distintos estudios han podido confirmar que lo que comemos influye de una manera directa en la función de los


riñones, y una buena alimentación será clave para todos aquellos que padecen enfermedades renales, pero también previniéndolas. Desde la FUNDACIÓN RENAL ESPAÑOLA destacan que uno de los


pilares fundamentales del tratamiento de enfermedades como la insuficiencia renal es precisamente la alimentación, puesto que con ella se puede favorecer el control de los síntomas, prevenir


complicaciones y, en muchos de los casos, conseguir una ralentización de la enfermedad. ADAPTACIÓN DE LA ALIMENTACIÓN A LOS PROBLEMAS RENALES Cuando los riñones tienen algún problema de


funcionamiento, algunas sustancias que con frecuencia se eliminan a través de la orina se pueden acumular en el organismo, lo que termina por afectar al EQUILIBRIO DE NUTRIENTES Y LÍQUIDOS


DEL ORGANISMO. Es por ello por lo que es imprescindible adaptar la alimentación a cada fase de la enfermedad, reduciendo las complicaciones y mejorando el bienestar general. No obstante, hay


que tener claro que no existe una única solución que sirva para todos los pacientes, ya que cada uno tiene sus necesidades en función de su estado de salud, el tratamiento médico que esté


recibiendo y los propios hábitos de vida que tenga. Por lo tanto, LA DIETA DEBERÁ IR ACORDE A SUS NECESIDADES ESPECÍFICAS. A medida que se llega a unas etapas avanzadas en la enfermedad


renal, la alimentación se convierte en un factor clave para combatirla, motivo por el que los médicos, nutricionistas y otros profesionales de la salud tendrán que adoptar un enfoque


integral que optimice el tratamiento y consiga mejorar su bienestar general. Por lo tanto, ALIMENTARSE DE LA MANERA CORRECTA supone tener que hacer determinados ajustes en función de las


necesidades que tenga cada uno, y que permitan al paciente poder disfrutar de la comida, pero sin que ello suponga un riesgo para su salud. UNA ALIMENTACIÓN ADAPTADA A CADA NECESIDAD MEJORA


LA CALIDAD DE VIDA. Te puede interesar ALIMENTOS QUE AYUDAN EN LA ENFERMEDAD RENAL Las personas con una enfermedad renal deben cuidar su alimentación cada día, siguiendo una DIETA


EQUILIBRADA, VARIADA Y PERSONALIZADA que, además de asegurarles un buen aporte de calorías y nutrientes, también ayude al cuidado de la salud de los riñones. La alimentación del paciente


renal incluye una serie de pautas dietéticas, desde limitar el consumo de sal hasta moderar la ingesta de proteína, además de adaptarla a cada caso en particular. Aunque conviene tener en


cuenta siempre las recomendaciones de los profesionales de la salud para poder conocer la dieta a seguir, adaptada a cada caso en particular, existen una serie de alimentos que ayudan a la


enfermedad renal, entre los que se encuentran: * CEREALES NO INTEGRALES: en la alimentación de una persona con enfermedades renales no debería faltar una buena dosis de pasta y arroz, pero


que no sea “al huevo” o pan, que, si es necesario, puede ser bajo en sal. * LÁCTEOS: se pueden incluir productos como yogures naturales o leche semidesnatada. * VERDURAS Y HORTALIZAS: son


alimentos muy buenos para el riñón y se puede elegir entre una gran cantidad y variedad de ellas, como cebolla, lechuga, pepino, espárragos en lata o judías verdes, entre otros. * HIERBAS


AROMÁTICAS Y ESPECIAS: el uso de estos condimentos ayuda a que no se consuma demasiada sal. Una pauta dietética fundamental para combatir la enfermedad renal consiste en moderar el consumo


de sal. * FRUTAS: son alimentos perfectos para consumir a diario, existiendo algunas especialmente destacadas en este tipo de condiciones, como manzana, pera, sandía o piña. Por último,


recordar que la dieta en personas con enfermedad renal suele necesitar de cambios y adaptaciones cada cierto tiempo, motivo por el que no se aconseja generalizar las pautas tradicionales,


sino que se deben adaptar a las necesidades de cada persona.