Flamencos en la desembocadura del guadalhorce: hijos de la luna | diario sur

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Martes, 1 de diciembre 2020 | Actualizado 02/12/2020 10:08h. Comenta Compartir Cada sesión de fotos empieza primero con unos ejercicios de control, como repasar si el cuerpo de la cámara


está ajustado de manera correcta al trípode, asegurar que el encuadre se encuentre en una línea horizontal al cielo y fijar el objetivo hasta que haga el característico 'click',


señal de que la conexión se ha producido de forma correcta. Desde fuera, estos movimientos pueden parecer algo banales, como pasa casi siempre que se ejecutan determinadas rutinas. Pero la


seguridad y la confianza en las herramientas, en este caso una Canon Mark III, son prioritarias para obtener los resultados deseados. El fotógrafo se amuebla de esta manera su lugar de


trabajo en uno de los cinco observatorios que hay en el paraje natural de la Desembocadura del Guadalhorce, una de las grandes joyas medioambientales que hay en Andalucía. Que se esté a tiro


de piedra de la ciudad no hace más que añadir quilates a las 64 hectáreas protegidas que se pueden recorrer por uno de los senderos que jerarquizan y conectan un espacio único en Europa. En


pocos otros lugares del vasto continente se concentra tanta fauna diversa y se dispone de la posibilidad de contemplar de cerca el movimiento grácil y elegante del flamenco, sin necesidad


de grandes desplazamientos. El ave entre todas las especies de aves se siente aquí como en casa. Combinar la contemplación de flamencos con el último eclipse lunar en este 2020 supone un


maridaje realmente estimulante para la retina. La maquinaria de la naturaleza tiene sus propios tiempos y va al margen de todo. Son las seis de la tarde y la luz del día comienza a parecerse


a una lámpara de aceite que se va quedando sin combustible. No hay que hacer un esfuerzo desmedido para identificar, al menos, dos parejas de flamencos que están dando zancadas por la


laguna. El agua es plana como un frisbee y permite apreciar el balanceo sobre una pierna que practican estas aves que, queda claro, han inventado la palabra yoga antes de que entrara en el


diccionario. El pico lo abren para abajo y cuando echan a volar se comprimen hasta el punto de convertirse en una estela rectilínea que desaparece en el cielo. En las imágenes que acompañan


esta información se identifica a varios flamencos jóvenes, como delata el tono blanco e grisáceo de sus plumajes. El rosa, que se asocia a la decoración de los moteles de carretera en


Florida, se adquiere con el paso de los años. A una edad adulta, sólo entonces, el plumaje luce el color característico. El porqué está en la alimentación. El menú de los flamencos se


compone de algas y pequeños cangrejos. Ambos contienen unos pigmentos muy determinados: carotenoides. Como un paraguas que se expande, las garzas completan un atrezo que diluye al instante


cualquier pensamiento negativo que se podría traer de casa. La pandemia, tan cerca, queda inmensamente lejos. El paraje de la Desembocadura es uno de los puntos de escala para otras aves


exóticas como son el martín pescador, la espátula, la cigüeña negra, la gaviota de Audouin o la pagaza piquirroja. No cuesta mucho sentirse ubicado en la sabana africana en vez de en


Andalucía y no hay rastro alguno de cualquier tipo de especulación urbanística. Los firmes senderos que facilitan el transito se dan la mano con terrenos pantanosos. Las diferentes lagunas


son como una gran alfombra de remiendos. Cada remiendo es un espacio de hábitat diferente que ofrece una gran ventaja para el ciudadano malagueño y para el que venga de fuera: la


accesibilidad. Doñana, por ejemplo, no se puede explorar por cuenta propia más allá del radio que se marca a partir de su centro de interpretación. En la Desembocadura del Guadalhorce no se


ponen barreras a la movilidad, más que las que establecen la destreza y el fondo físico de cada uno. Aunque el tiempo parece detenerse en este enclave, el día avanza y da paso a otros


registros de singular belleza. Ya no son las seis de la tarde y sí son las diez de la noche. La Luna se ha convertido en un gran foco natural, que ilumina hasta el punto de hacer visible la


vida en la sombra de la noche. Es el último día de luna llena en este 2020 y la luz reviste el paraje de un aura ciertamente cósmico. La luz también influye en la percepción sensorial y


regula las pulsaciones del propio cuerpo. Las superficies y espacios varían en función de si la luz procede del sol o viene, por ejemplo, de la llama de un mechero. ¿Por qué para la primera


cita romántica se opta por un local con luz tenue y no por un lugar con focos halógenos? ¿Por qué en la primera cercanía corporal se enciende una vela o se oscurece la luz? El factor de


bienestar lo determina tanto la intensidad como si se trata de luz directa o indirecta. Si se dispersa demasiado, la luz ilumina de manera turbia y no transmite sensación de confort. La luna


llena que parece coronar el paraje de la Desembocadura, sin embargo, concentra toda la luz en un punto y crea un reflejo directo en la propia laguna. Sólo es interrumpido por las aves que


siguen flotando y trazando círculos como un compás, ajenas al movimiento del satélite lunar. Las estampas que se observan se producen en días contados del calendario lunar. Responden a la


capacidad del profesional para captar momentos a través de un objetivo y trasladar al exterior la magia especial que comprime la naturaleza. Las nubes, otro de los pocos elementos que aún no


han sido domesticados por el ser humano, crean un perfecto telón de fondo con iluminación indirecta. El resultado final se puede resumir como un embriagador juego de luces al aire libre. En


la Desembocadura cotiza alto el valor de la paciencia. Con paciencia, siempre se acaba viendo algo que llevarse a la boca, mejor dicho, al cerebro. Pocos o ningún lugar de Málaga ofrecen


tan elevada dosis de paz terrenal sin pedir nada a cambio. El silencio sólo queda interrumpido por los gruñidos y murmullos esporádicos que emiten los flamencos. Aquí son ellos los


verdaderos hijos de la Luna. Comenta Reporta un error