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Manuel García Martes, 16 de agosto 2016, 00:39 La afición taurina a veces no tiene fronteras, y muchos aficionados recorren las plazas de España e incluso de otros países siguiendo a sus
ídolos durante la temporada. Lo que no es muy común es que asistan a los cosos para seguir la estela de una ganadería, y menos que hasta lleguen a asociarse. Es el caso de la peña 'Les
amis de Pablo Romero', de la localidad francesa de Nimes, que ayer atravesaron el país en coche, algunos, y en avión, otros, hasta Málaga para no perderse el desarrollo del festejo de
las reses de Partido de Resina en La Malagueta, en cuyos tendidos se habló francés. Una treintena de aficionados galos de esta asociación, que cumple 25 años y que la integran unas 150
personas, se congregó en el Coso del Paseo de Reding, una vez que en la jornada anterior tuvieron la oportunidad de asistir al embarque de los astados en la ganadería. Con una gran ilusión
visitaron por primera vez la plaza malagueña, capitaneados por el presidente de la peña, Sergio Sánchez, que defendía los fines de la asociación. «Este encaste único no puede desaparecer a
nivel genético, y los estatutos de nuestra peña establecen que tenemos que apoyar la existencia de esta ganadería», explicó a SUR. Para ello, organizan actividades durante todo el año,
además de contar con un museo propio acerca de la evolución de estas reses bravas. Con respecto al festejo de ayer, Sánchez y sus acompañantes esperaban que «los toros embistiesen y los
maestros estén a gusto», auguró, incluso se aventuró a decir que hubiese vuelta al ruedo de alguno de los astados. Tiene mérito hacer tantos kilómetros, pese a que en esta ocasión la mansada
que pisó el albero malacitano rompió todos los pronósticos de estos aficionados, que esperaban otra cosa, del mismo modo que el resto de asistentes que acudieron al coso, que derrochaban
expectación, al menos al principio del festejo, que fue televisado en directo a través de las cámaras de Canal Sur Televisión, con los comentarios del periodista Enrique Romero y el maestro
Francisco Ruiz Miguel. La buena disposición con la que el público entró en la plaza se tornó en decepción en los primeros compases de la lidia, cuando algunas nubes descargaron ligeras gotas
de lluvia intermitente. El descontento fue aumentando conforme iba desarrollándose el festejo. No era para menos. Muy especialmente con el segundo astado de la tarde, que al menos no
necesitó la ayuda de los cabestros para dirigirse a los corrales después de haber sido devuelto. En cambio, las primeras palmas de satisfacción de la feria de este año se produjeron con el
reconocimiento del respetable a lo que pasaba en el albero. Surgió a la par que la música comenzó a sonar por parte de la banda de Gibraljaire, mientras el espada Fernando Robleño se
enfrentó a su primer antagonista. El madrileño declaró a Canal Sur Radio su regocijo tras el encuentros. «El toro embestía con fiereza y casta y estoy muy contento, porque venir a Málaga y
cortar una oreja es muy importante», reconoció. Pero la desesperación regresó a los tendidos cuando Javier Jiménez cogió el verduguillo con mucho desatino y la impaciencia se extendió de
forma notable. El torero, que no logró su objetivo, se hundió desolado apoyando los brazos sobre las tablas y cabizbajo con impotencia, después de notar el enfado del público. En la misma
tónica, pero debido a la mansedumbre del burel, el matador Domingo López Chaves comentó a los micrófonos de la radio pública andaluza. «Este toro no ha tenido nada. No me ha regalado ni un
muletazo. Es una pena esperar tanto tiempo para asistir a esta feria, y me voy sin haberle dado un derechazo», dijo, tras la suerte suprema del cuarto toro de la jornada. Posteriormente, no
hubo mucho entretenimiento en las localidades. Y es que la falta de bravura del hierro, que volvió a La Malagueta después de muchos años, y que durante décadas cerraba cada feria taurina en
la capital de la Costa del Sol, fue la tónica de la jornada y dejó sin triunfo al respetable. «Vaya corrida que habéis traído», gritó un aficionado como síntoma de su indignación cuando el
penúltimo astado se quedaba hierático frente a Javier Jiménez, que lució en el paseíllo el capote de paseo que ganó el torero Miguel Márquez en 1970. «Aunque me he sentido como en casa, ha
sido una pena», sentenció Jiménez a Canal Sur al final del festejo. Caras conocidas En la primera corrida de toros de la feria de este año se dejaron ver más caras conocidas que el día
anterior. Así, asistió el matador de toros y hermano del diestro que toreó ayer, Borja Jiménez, así como los toreros Manuel Ternero y Fernando Cámara; el subdelegado del Gobierno en Málaga,
Miguel Briones; el vicepresidente primero de la Diputación, Francisco Salado; el diputado de Cultura del ente supramunicipal, Víctor González; los expresidentes de la misma institución Luis
Vázquez Alfarache y José María Ruiz Povedano; el pintor francés Loren Pallatier; el presidente de la plaza, Ildefonso del Olmo; el director del hotel Málaga Palacio, Jorge González; el
empresario de la plaza, José Cutiño; el empresario Federico Beltrán; el presidente de TSS Group, Manuel Molina; y el director de Publicaciones de diario SUR, Pedro Luis Gómez, en el
callejón. Por su parte, en los tendidos estuvo la diputada nacional del PP Carolina España, acompañada de Amparo Bianchi, Isabel de Zorzo, los doctores Miralles y Montañés, y el teniente
coronel de la Guardia Civil Javier Zorzo. Por otro lado, aunque durante la novillada del domingo desde la enfermería llegaban noticias de gravedad acerca del estado del novillero Leo
Valadez, tras la importante cornada con trayecto de 20 centímetros en el muslo derecho sufrida en La Malagueta, en la mañana de ayer permanecía estable una vez pasada la noche sin fiebre en
el Hospital Parque San Antonio. El apoderado, César Pérez, informó a este periódico de que el mexicano pasó las primeras horas hospitalizado «con las molestias lógicas de la cornada, con
mucho dolor, pero, afortunadamente, no hay gravedad». Asimismo, explicó que el torero se encuentra «bastante mejor, una vez que le realizaron la primera cura, pero ya ha pasado lo peor».
Acerca de su recuperación, Pérez auguró que, en principio, si todo va bien, Valadez «permanecerá tres o cuatro días en el hospital con el tubo de drenaje y esperemos que en ese tiempo le den
el alta». Según César Pérez, el novillero está muy animado, con muchas ganar de volver a torear, y que pese a no haber podido estar en su cita prevista ayer en la plaza de Beziers (Francia)
en un festejo matinal, pretende reaparecer el próximo 5 de septiembre en el coso de Calasparra (Murcia). Reporta un error