En la escuela, el celular se convirtió en un nuevo útil

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¿Aliados o enemigos del aprendizaje? El debate sobre el celular en la escuela acaba de resurgir, mientras la provincia de Buenos Aires evalúa derogar la Resolución Nº 1728 de 2006, que


prohibía su uso en el aula. A 10 años de aquella norma –aprobada cuando los teléfonos no eran smart y las netbooks aún no habían entrado a las escuelas–, la presencia del celular en la clase


suma cada vez más apoyos. “El teléfono forma parte de la vida de los jóvenes y ya es su vía principal de conexión a Internet”, plantea Fabio Tarasow, coordinador del Proyecto Educación y


Nuevas Tecnologías (PENT) de Flacso. “El problema es pensar una propuesta pedagógica que involucre el uso productivo e inteligente del teléfono, algo que aún no está resuelto con las


netbooks”, agrega Tarasow. Y analiza: “Construir espacios de aprendizaje enriquecidos con tecnología lleva tiempo. Al principio seguro habrá más ‘ruido’ y molestias, y después se podrá


avanzar mejor, siempre que las escuelas tengan apoyo para proponer actividades innovadoras”. Según CEPAL, en la Argentina la Internet móvil tiene el triple de usuarios que la banda ancha


fija. Un informe de 2016 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones marca que esta tendencia es global: la mayoría de la población ya accede a la Web por el celular. “En este panorama,


la escuela debería aprovechar los celulares como lo que son: minicomputadoras con gran potencial”, sostiene María Teresa Lugo, coordinadora de TIC y Educación en IIPE-Unesco. Para Lugo,


“conviene aprovechar la amigabilidad del dispositivo, tanto para los alumnos como para los docentes: todos tenemos un celular en el bolsillo”. La experta menciona que “existen muchas apps de


uso educativo, gratuitas, que podrían utilizarse para enseñar mejor”. Y argumenta que “el sistema educativo debería avanzar hacia una ecología de dispositivos, que permita utilizar


distintas herramientas –teléfono, netbook, pizarra digital– para diversos fines”. La condición para ese avance –insiste Lugo– es “garantizar apoyo y formación específica para los docentes”.


Mientras en la provincia de Buenos Aires evalúan derogar la prohibición que rige desde 2006, en la Ciudad no existe una normativa sobre la cuestión. “Apostamos a que la tecnología se


aproveche como una herramienta mediadora del aprendizaje”, explica la ministra de Educación, Soledad Acuña. Y anticipa que el nuevo Plan Integral de Educación Digital “no estará enfocado en


un dispositivo específico, sino en promover estrategias innovadoras de educación digital”. En la Escuela Técnica N° 34, de Chacarita, los celulares ingresaron a las clases con el impulso de


la directora, Haydée Noceti, quien además es profesora de Matemática. “Utilizamos la app Geogebra, que les permite a los alumnos visualizar funciones y ‘traducir’ la matemática en imágenes”,


cuenta Haydée. Y aclara: “Igual seguimos usando el libro –impreso y digital– y la carpeta”. Sus alumnos están muy motivados con el proyecto que presentarán esta semana en la Feria de


Ciencias porteña, en el que también utilizaron sus celulares. Los directivos de la Escuela Primaria N° 17 de Villa Urquiza encontraron una solución diferente. “Veíamos que los chicos sacaban


el teléfono en clase y se distraían, se mandaban mensajes, etc. Convocamos una reunión para discutir el tema, y ellos mismos propusieron dejar el teléfono en cajas en la dirección durante


las clases”, cuenta la directora, Stella Maris Africano. “Los padres estuvieron de acuerdo: ante cualquier emergencia, ellos saben que el teléfono de la escuela está disponible”, añade


Stella Maris. Y aclara que en el aula sí se utilizan con frecuencia las netbooks. El informe Políticas TIC en los sistemas educativos de América Latina, elaborado por la OEI, IIPE-Unesco y


SITEAL, defiende el “aprendizaje móvil” y lamenta la “ausencia de la temática en la mayoría de las agendas educativas de los países de la región”. Otro estudio de Unesco advierte que el


aprendizaje móvil es “una alternativa viable para atender a poblaciones vulnerables”. Y ejemplifica: “La distribución de contenidos educativos por teléfonos celulares resulta especialmente


adecuada para las zonas rurales, donde los recursos educativos son escasos y donde la conectividad por banda ancha terrestre no está disponible”. Es el caso de la Escuela N° 5212, una


secundaria rural “mediada por TIC” cuya sede central está en Salta capital, mientras que sus 10 subsedes (donde asisten los alumnos) funcionan en distintos parajes rurales alejados. “El uso


del teléfono es un recurso pedagógico importante porque permite la interacción en tiempo real entre docentes y estudiantes”, cuenta María Cristina Gijón, la directora. “Se armaron grupos de


WhatsApp de las 10 sedes con los profesores que están en Salta capital; los profes se comunican con los alumnos por mensajes o audios. Eso les permite explicar y evacuar las dudas, y


mantener un contacto más directo con los estudiantes. Así, con el celular se acortan las distancias”.