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20/05/2025 a las 18:49h. Un «speakeasy» es un bar clandestino porque se accede a través de una entrada secreta que da paso a un ambiente más o menos intimista. La coctelería Focacha, la
penúltima apertura de Grup Confiteria, es un speakeasy porque se accede desde la calle Tuset a través de una focacceria, aunque la presencia de un portero da pistas de que el local es mucho
más. Efectivamente, Focacha es más que una COCTELERÍA DONDE SE PUEDE COMER; ES UN VIAJE RETROFUTURISTA A LA DÉCADA DE LOS 70, con un diseño psicodélico envolvente que recuerda la mítica
«boîte» Bocaccio, cuartel general de la «gauche divine» por ser el punto de encuentro y descubrimiento de la intelectualidad liberal tardo-franquista barcelonesa. La apuesta del Grup
Confitería por locales históricos logra en Focacha recrear la escena cultural de la Barcelona de las décadas de los 60 y 70. No sólo en la música que se programa en su interior; también por
rendir homenaje a Oriol Regàs y su discoteca Bocaccio de la calle Muntaner, pero trasladada a «Tusset Street». UN TRIBUTO A AQUELLA BARCELONA, BOHEMIA Y NOCTURNA DONDE EL ARTE, LA LITERATURA
Y LA FIESTA SE FUSIONABAN SIN LÍMITES. Una Ciudad Condal genuina y por muchos añorada que ahora puede disfrutarse de miércoles a domingo al anochecer con una amplia y variada oferta de
CÓCTELES DE AUTOR QUE SE ADAPTA A TODOS LOS GUSTOS Y CON NOMBRES QUE RECUERDAN A PERSONAJES a través de exóticas combinaciones, como el David Bowie, con un toque de hierbas; The Beatles,
afrutado y especiado; el Freddy Mercury, tropical i cítrico; el Abba, floral; el Madonna, el más sexy, o el Julio Iglesias, el más refrescante, entre otros, con un precio que ronda los 15
euros. Y si tiene dudas de qué cóctel elegir, lo mejor es preguntar a Bianca, la simpática encargada. Focacha es un túnel físico y también del tiempo. El local es alargado y está dividido en
4 partes diferenciadas que transportan a su clientela a otra época, la del universal arquitecto y diseñador danés Verner Panton, el más divertido de mediados del pasado siglo y que accedió
al Olimpo de los creadores por sus innovadoras piezas que hoy siguen produciéndose con éxito. Por eso también ES UNA DECLARACIÓN DE FUTURO, MÁS ALLÁ DE SU MODERNO DISEÑO VINTAGE Y ENVOLVENTE
DE CURVAS ATERCIOPELADAS para los más jóvenes, o por la nostalgia que invade a los más mayores y la innovación que exhala en todos los rincones, hasta el punto de que tomar unas copas
supone una experiencia irrepetible. Pero vayamos a su interior: la primer etapa es la focacceria, que no solo es un decorado, ya que ofrece una carta de bocadillos italianizados a la
catalana, como una focaccia de butifarra asada desmigada, con crema de setas y stracciatella, salsa verde. A través de lo que se supone que es la puerta de una nevera, se accede a la segunda
estancia, un espacio tubular y orgánico, dominado por una barra de acero inoxidable con esquinas redondeadas, rodeada por siete módulos de colores vibrantes que van del amarillo al azul
pasando por el rojo. Esta paleta cromática se refleja también sutilmente en la base de la barra, creando una atmósfera dinámica e inmersiva. EL SUELO, LAS PAREDES Y EL TECHO, TODOS
REVESTIDOS DE MOQUETA, POTENCIAN LA SENSACIÓN DE INTIMIDAD Y SOFISTICACIÓN, de estar en el interior de algo más que una coctelería. En el lado izquierdo, se ordenan unos NICHOS ORGÁNICOS
BIPLAZA QUE PERMITEN DISFRUTAR DE UN CÓCTEL CON MAYOR PRIVACIDAD, mientras que la barra y los módulos situados en los extremos ofrecen una experiencia más social y abierta. Esta sala se
inspira claramente en el proyecto Visiona II que Verner Panton llevó a cabo para Bayer en 1970. Gup Confitería ha elegido a Panton por ser un referente icónico en el uso del color y las
formas orgánicas, elementos que se reflejan en cada rincón del local. Cruzando un arco, se accede a la tercera estancia: LA SALA DEL DJ. ESTE ESPACIO TRANSPORTA A LOS VISITANTES A UNA
DIMENSIÓN PARALELA, donde la nostalgia de los años sesenta se fusiona con una visión futurista y distópica. El elemento más icónico es su cúpula, con aberturas en el techo y las paredes
laterales. La iluminación juega un papel clave en la experiencia, con cajas de luz regulables que permiten modificar los colores del ambiente y adaptarlos a cada momento. Además, un sofá
sinuoso invita a los visitantes a relajarse y disfrutar de su cóctel en un entorno único mientras la música funky les moviliza. EL ÚLTIMO Y CUARTO PASO ES UN PASILLO DE ESPEJOS Y LUZ, PURO
ARTE ÓPTICO por el que también se accede a los servicios. Toda una experiencia que recuerda la trilogía cinematográfica «Regreso al futuro» que protagonizó Michael J. Fox, ahora en el
corazón de la calle Tuset. Reportar un error