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Si sientes más repugnancia durante la pandemia de COVID-19, estás en buena compañía. Sucede que la llamada sensibilidad al asco de la población de Estados Unidos ha aumentado, junto con la
preocupación por enfermarse.
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Investigadores de Ohio State University encuestaron a aproximadamente 2,300 participantes (en inglés) en un período de dos años y medio, tanto antes de la pandemia como después de su
comienzo, para evaluar cuánta repugnancia les provocaban ciertas imágenes, ideas y situaciones. Los científicos esperaban observar que la pandemia está haciendo que las personas sientan asco
con más facilidad, y eso es exactamente lo que hallaron. Pero las situaciones que generaron un nivel mayor de rechazo en las personas no fueron solamente aquellas en las que se hallaba
presente la COVID-19. Esa reacción se observó también en situaciones que no estaban relacionadas con la pandemia.
“Una pregunta de la evaluación fue cuánto disgusto le produciría al encuestado estar en un ascensor y que alguien estornude a su lado. Otra fue si le causaría asco comer chocolate con forma
de caca de perro, lo que no tiene nada que ver con contagiarse de una enfermedad”, dijo en una declaración Shelby Boggs, una estudiante de doctorado de Psicología en Ohio State. “El aumento
de la sensibilidad al asco realmente limitado a las personas a quienes les preocupaba contraer COVID-19 también eliminó una serie de explicaciones alternativas de los datos”.
¿Losniveles de repugnancia pueden cambiar?
Durante años, científicos e investigadores han estudiado la sensibilidad al asco en un intento de descubrir qué repugna a algunas personas, pero no molesta a otras. Si bien es sabido que los
niveles de repugnancia varían de una persona a otra, la cuestión de si el nivel de repugnancia de una misma persona puede variar siempre ha estado en discusión. Con este estudio, los
investigadores se propusieron descubrir la respuesta.
Entre fines del 2018 y junio del 2022, pidieron a los participantes que calificaran su reacción a ciertas experiencias en una escala del 0 al 4, en la cual 4 indicaba el mayor nivel de
repugnancia. Los escenarios incluían caminar por un túnel y oler orina, y comer helado cubierto con kétchup. Los investigadores hallaron que, antes de la pandemia, la sensibilidad promedio
al asco fue 2.82. Pero durante la pandemia, aumentó a 3.26. La sensibilidad al asco fue mayor entre los participantes preocupados por contraer COVID-19.
Sin embargo, ¿eso significa que las personas siempre sentirán repugnancia con mayor facilidad gracias a la COVID-19? Los investigadores no creen que sea así. A medida que disminuya el riesgo
de COVID-19, dijeron, deberían disminuir también los niveles de repugnancia.
Donna Fuscaldo es una colaboradora y editora que se especializa en temas de finanzas personales y salud. Lleva más de dos décadas escribiendo y cubriendo noticias para varias publicaciones
nacionales, como el Wall Street Journal, Forbes, Investopedia y HerMoney.
Cómo medir la sensibilidad al ascoMuestras de las afirmaciones que debieron calificar los participantes del estudio antes y después del comienzo de la pandemia:
Nunca dejo que ninguna parte de mi cuerpo toque el asientodel inodoro en los baños públicos. Haría todo lo posible para no atravesar a pie un cementerio. Probablemente no vaya a mi restaurante favorito si me entero de que el cocinero está
resfriado. Ves que alguien pone kétchup sobre un helado de vainilla y se lo come. Me molesta cuando alguien se aclara la garganta y tiene mucha mucosidad. Me molestaría dormir en una cómoda
habitación de hotel si supiera que una persona murió allí de un ataque cardíaco la noche anterior. Tal vez estuviera dispuesto a comer carne de mono en ciertas circunstancias. Bebes un trago
de refresco y te das cuenta de que has bebido del vaso que había estado usando una persona conocida. Estás por beber un vaso de leche y hueles que está en mal estado. Vas caminando descalzo
sobre una superficie de cemento y pisas una lombriz.
Fuentes: Ohio State University
%{postComment}%Donna Fuscaldo es una escritora y editora colaboradora especializada en finanzas personales y salud. Lleva más de dos décadas escribiendo y cubriendo noticias para varias publicaciones
nacionales, como The Wall Street Journal, Forbes, Investopedia y HerMoney.
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