Tecnologías para mejorar y cuidar la salud

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Primer paso: ir de compras. En poco tiempo tuve a mano una balanza inteligente, dos monitores de presión arterial, una diadema para medir las ondas cerebrales, un dispositivo de alerta


postural y tres aplicaciones de salud para el teléfono inteligente que funcionan con el reloj Apple que ya tenía. Luego me senté a conversar con mi médico, Darin Morse, en Lansing, Michigan,


para trazar un plan y establecer un punto de referencia para esta nueva iniciativa. Repasamos mis datos iniciales, como el peso, la presión arterial, la frecuencia cardíaca y los niveles de


colesterol y glucosa en la sangre. Así fijamos metas realistas para los próximos treinta días. Estaba entusiasmada con el experimento, y quería que mi médico fuera mi aliado. Quería que


viera mis resultados a medida que llegaban los datos. También quería conectarme electrónicamente con su consultorio. Señaló que “En teoría es fantástico. Pero nuestro sistema no está


preparado para recibir este tipo de información de los dispositivos digitales de nuestros pacientes”. Me quedé sorprendida y desilusionada. Hace varios años, cuando otro médico del mismo


gran sistema de salud me hizo llevar un monitor Holter para observar lo que parecía ser un latido cardíaco irregular, el dispositivo le envió la información directamente al equipo de


cardiología. Pero Morse explicó que “Ese monitor era parte del sistema”. Me ofreció un trato: “Si registras los datos de tu dispositivo en una libreta y los traes, podemos agregar esos datos


a tu expediente médico. Lo que podemos obtener ahora de estos dispositivos personales es maravilloso en cuanto a poder conseguir información, pero aún tenemos que poder entender lo que


vemos”. Luego vino el sabio consejo: me recordó que mi salud no mejoraría solo por llevar un dispositivo digital. “En realidad tienes que hacer el trabajo si quieres ver resultados”. Fue un


comentario frustrante, pero sabía que tenía razón. Podía apretar botones todo el día, pero simplemente jugar con mis nuevos aparatos no mejoraría mi salud. Aún así, llevar los dispositivos


digitales tal vez podía ayudar a mantenerme motivada. Si bien ya había intentado hacer cambios en mi estilo de vida, no fui constante ni paciente. Al no ver resultados pronto, no me daba


cuenta de si mis acciones tenían algún efecto. Me desalentaba. Y, como tantas otras personas, abandonaba mis hábitos saludables de golpe. Pero quizás esta vez no sería así. See more Seguro


offers > Fue entonces que comencé por concentrarme en mi peso. Lo que tendría que haber sido un primer paso tan fácil como subirme a la balanza cada día terminó siendo algo difícil y un


reto para mi ego. Me llevó tres días armarme de valor para subirme a la balanza Withings Body+ a fin de establecer mi peso inicial. Esta balanza inteligente no solo midió mi peso, sino que


también me dio detalles de la composición de mi cuerpo, como por ejemplo el porcentaje de grasa. Se comunicaba con mi computadora, mi reloj y mi teléfono para registrar los controles de


peso. Junté el valor necesario y pronto estaba anotando nuevos números cada mañana. Lo siguiente era controlar la ingesta de alimentos con una nueva aplicación para el teléfono llamada Lose


It! El plan era anotar lo que comía y bebía y a qué hora, para luego contar el total de calorías y nutrientes que consumía cada día. En las mañanas bebía batidos sin añadirles azúcar. Pesaba


la comida cuando cocinaba. Y dejaba de comer a las 7 cada noche.