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Tu madre siempre insistía en que te pararas derecho, pero incluso si has seguido su consejo todos estos años, estar sentado por tanto tiempo al frente de pantallas (y la edad misma)
probablemente te hayan dañado un poco la postura. “Comenzamos a perder masa muscular en forma natural a los 30 años y eso verdaderamente se acelera a partir de los 50”, explica Christina
Rodriguez, fisioterapeuta del Hospital for Special Surgery en la ciudad de Nueva York. “Pero necesitamos esta fuerza y resistencia musculares para mantenernos erguidos y resistir la
gravedad". La disminución de la masa ósea también es frecuente (como la osteoporosis o la osteopenia) y las mujeres son particularmente propensas a sus efectos, ya que tienden a perder
más masa ósea que los hombres. En la medida en que las personas envejecen, puede que también noten una disminución del equilibrio, lo que hace que miren más hacia abajo y empeoren la
postura. “La combinación de todos estos cambios relacionados con la edad puede llevar a redondear los hombros e inclinar la cabeza hacia adelante, lo que afecta la postura, y también puede
causar dolor en el cuello, los hombros y las partes superior e inferior de la espalda”, indica Rodriguez. Sin mencionar el hecho de que a muchas personas les suele salir una llanta de
repuesto en la parte media, lo que causa una redistribución del peso que pone aún más presión en la columna. Pero también hay otro gran motivo controlable por el que nos encorvamos: pasamos
demasiado tiempo sentados. “Muchos de los cambios en la columna relacionados con la edad que observamos en los adultos mayores se deben a tener posturas fijas por períodos prolongados en el
trabajo (como estar sentado en un cubículo todo el día y mirar la pantalla de la computadora) para las que no estamos diseñados”, explica Chad Adams, quiropráctico del Center for Integrative
Medicine de la Cleveland Clinic. “A la larga, el cuerpo comienza a adaptarse a esto y se convierte en nuestra estructura natural”. Añade que eso es un problema porque la mala postura suele
hacer que el cuerpo distribuya la fuerza de modo desigual en las articulaciones y los tejidos, lo que puede causar problemas, como dolor en la cadera, las rodillas y la espalda, así como
otras afecciones, por ejemplo, la enfermedad degenerativa del disco.