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“Algunos de ellos se sintieron ignorados por la comunidad médica”, explicó Kamp, autora de varios artículos sobre el SII y otros trastornos intestinales. “Es como si llevaras el sello del
síndrome del intestino irritable y eso significa que no sabemos qué hacer contigo”. Sin embargo, la ciencia está cada vez más cerca de comprender las causas del dolor y malestar abdominal,
sin que haya indicadores tradicionales de enfermedad, y resulta que el cerebro puede tener algo que ver. Los investigadores han comenzado a examinar el modo en que el sistema nervioso
central (la médula espinal y el cerebro) se comunica con el sistema nervioso entérico, que controla el aparato digestivo. Sus conclusiones indican que cuando el intestino está irritado, el
cerebro se entera. “Pensamos que todos los pacientes [que tienen el SII] presentan cierto nivel de trastorno funcional en esta red intestino-cerebro”, señaló el Dr. Greg Sayuk, un profesor
de la Facultad de Medicina de Washington University que estudia este síndrome. Hace unos años, el SII pasó a considerarse un trastorno de la interacción cerebro-intestino, o DBGI, lo que
demuestra una comprensión más profunda de este problema. Por ejemplo, ahora los investigadores estudian sistemáticamente el modo en que el cerebro y los órganos digestivos interactúan con
todos los hongos, bacterias y virus que viven en el organismo, lo que se conoce como microbioma. “Ahora volvemos a aprender que están integrados; que no se trata del cerebro o del intestino,
sino de ambos, y que se comunican”, indicó Kamp. La conexión entre el cerebro y el intestino es una de las razones por las que algunos pacientes que tienen el SII recurren a técnicas de
medicina conductual para ayudar a controlar los síntomas, pero nos ocuparemos de esto más adelante. See more Seguro offers > 3. EL SII ES MÁS FRECUENTE EN LAS MUJERES QUE EN LOS HOMBRES
El síndrome del intestino irritable puede afectar a personas de cualquier edad, pero los síntomas suelen aparecer por primera vez antes de los 50 años, explicó Shah. Y en el caso de las
mujeres, que tienen hasta dos veces más probabilidades que los hombres de padecer este síndrome, los índices empiezan a aumentar cuando llegan a la pubertad, por lo que cabe preguntarse si
el síndrome del intestino irritable guarda algún vínculo con las hormonas sexuales, dijo Kamp. Según datos de un estudio reciente, el dolor que acompaña el SII es más intenso en las mujeres
posmenopáusicas que en los hombres o en las mujeres premenopáusicas. La Dra. Lin Chang, gastroenteróloga de University of California, Los Ángeles, y coautora del estudio, ahora lleva a cabo
una investigación financiada con fondos federales para comparar las interacciones entre el cerebro, el intestino y el microbioma en las mujeres premenopáusicas y las posmenopáusicas. Según
Chang, la hipótesis de los investigadores es que la disminución de los niveles de estrógeno (como sucede en la menopausia y durante varios puntos del ciclo menstrual) produce una mayor
desregulación de las interacciones entre el cerebro y el intestino, lo que afecta el microbioma. A su vez, esto podría provocar distensión, dolor, cambios en las heces o en la frecuencia de
las deposiciones, en definitiva, un aumento de los síntomas del síndrome del intestino irritable en quienes ya lo padecen.