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Entre los muchos retos que supone hacer llegar las vacunas contra la COVID-19 al mayor número posible de brazos, hay uno especialmente importante: vacunar a los 2 millones de adultos
mayores que se calcula están confinados en su hogar por motivos de salud. "Es una situación en la que se hace lo mejor que se puede con lo que se tiene", dice Steven Albert,
presidente del Departamento de Ciencias de Salud Conductual y Comunitaria del programa de posgrado de la Facultad de Salud Pública de University of Pittsburgh. Se refiere a los esfuerzos de
los cuidadores por vacunar a esta población vulnerable y dice que "realmente, no es tan claro ni tan racional como debería ser". Basta con preguntarle a Lela Getzler, que lleva
meses luchando por conseguir que su abuela de 104 años, Alyse Laemmle, pueda vacunarse contra la COVID-19. Debido a que Laemmle está mayormente postrada en cama, la vacuna tendría que
administrarse en su hogar en Hermosa Beach, California. No le está yendo bien, dice Getzler, de 52 años, quien vive con su abuela y la cuida. "Comencé con su médico de atención
primaria, que me dijo que sí, que definitivamente debería vacunarse. Pero no es que haya una manera de que alguien venga hasta aquí". También llamó a las líneas de información sobre
vacunación del estado y del condado y al Council on Aging local, entre otros organismos de la región, pero todos le dijeron que no hacían visitas a domicilio. Getzler dice que va a seguir
llamando, porque "quizás consiga a alguien que, ya sabes, le sobre una dosis al final del día y diga 'pasaré de camino a casa'. No sé qué más hacer". Puede ser difícil
navegar por el mosaico de programas que ofrecen servicios a las personas confinadas en el hogar. Algunos son a nivel de condado y ciudad; otros están dirigidos por redes hospitalarias o
compañías de seguro médico. "No hay un esfuerzo centralizado sólido y, por desgracia, en muchos lugares no hay una solución real en este momento", dice Caitlin Donovan, directora
de la National Patient Advocate Foundation, un grupo sin fines de lucro que promueve el acceso a la atención médica para las personas con enfermedades debilitantes. Sin embargo, se está
trabajando en un esfuerzo centralizado. Un grupo de 13 planes de seguros médicos de America's Health Insurance Plans (AHIP) y Blue Cross Blue Shield Association (BCBSA) están
coordinando con la Casa Blanca formas de llegar a los adultos mayores más vulnerables y desatendidos del país, incluidas las comunidades afroamericanas e hispanas y las personas confinadas
en el hogar. Como parte del programa Vaccine Community Connectors de la Administración Biden, estas aseguradoras pueden utilizar furgonetas para distribuir dosis de vacunas contra la
COVID-19 a personas que no pueden salir de su hogar, dice Tonya Adams, portavoz nacional del programa y directora de experiencia del cliente en Regence BlueCross BlueShield. No es necesario
que las personas tengan seguro médico para recibir la vacuna. (Para más información, consulta su sitio web —en inglés).