Qué son los coágulos sanguíneos y cómo nos afectan

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Por definición, la sangre es una sustancia líquida, pero si te cortas el dedo mientras picas verduras, querrás que ese líquido se solidifique bastante rápido. Ahí es donde entra en juego el


proceso de coagulación (o coagulación sanguínea). Cuando todo funciona correctamente, las plaquetas llegan rápidamente a la herida y crean un tapón; entonces, una proteína llamada fibrina,


parecida a un hilo, forma una malla para estabilizarlo. A medida que la herida va cicatrizando, el coágulo se va disolviendo poco a poco y, finalmente, se reanuda el flujo sanguíneo normal


en el área lesionada. Sin embargo, a veces los coágulos se forman donde no deberían. La formación de coágulos en situaciones inadecuadas puede ser solo una molestia, o puede poner en peligro


la vida. El nivel de riesgo depende en gran medida del lugar donde se forma el coágulo, dice la Dra. Maissaa Janbain, subdirectora del Louisiana Center for Bleeding and Clotting Disorders


de la Facultad de Medicina de Tulane University. Los coágulos que se forman en las venas superficiales, justo por debajo de la piel, rara vez son peligrosos. Si tienes várices, por ejemplo,


es posible que tengas algunos coágulos superficiales, y aunque pueden ser dolorosos o sensibles, es poco probable que causen un daño grave. Sin embargo, otros tipos de coágulos sanguíneos


tienen el potencial de ser extremadamente peligrosos. Si eres portador de una mutación genética que hace que tu sangre se coagule con demasiada facilidad, es mucho más probable que


experimentes la formación de uno de estos coágulos problemáticos. (Si en tu familia hay un historial de problemas de coagulación, es posible que tu médico te pida un análisis de sangre para


comprobarlo). Las mujeres embarazadas también corren un mayor riesgo, al igual que las mujeres que toman medicamentos hormonales (como las píldoras anticonceptivas, la terapia hormonal para


los síntomas de la menopausia o el tratamiento hormonal del cáncer de mama). Estar inactivo durante periodos prolongados debido, por ejemplo, a una intervención quirúrgica o a un viaje de


larga distancia, también aumenta el riesgo de que se formen coágulos peligrosos. La obesidad, el tabaquismo y ciertos trastornos autoinmunes también son factores de riesgo importantes. Las


personas que desarrollan coágulos peligrosos, dice Janbain, "a menudo tienen un problema subyacente, como una mutación genética, y un problema adquirido, como tomar anticonceptivos


hormonales".